sábado, 27 de agosto de 2011

EL BANCO DE TRES PATAS, CON “S”






La esquela mortuoria anunciaba en forma más bien modesta, el fallecimiento del mayor Franchesco Saldaña, en donde de manera estereotipada sus deudos invitaban a acompañar sus restos a las “Capillas Memorosas”, lugar de moda y donde se reunían las más variadas existencias en acontecimientos titulares como el de la entrega del equipo temporal a un conocido o querido.

En la intimidad de la familia, el suceso era además de esperado, una satisfacción y agradable noticia, pues el caballero había sido en los últimos años una verdadera tragedia para la esposa e hijos.

Se rumoraban los problemas alcohólicos y las pesadillas que acompañaban la vida del mayor y que las continuas hospitalizaciones al centro siquiátrico del hospital militar eran cotidianas y frecuentes.

Después de haber causado una baja poco honorable, había tratado de organizar un negocio propio, pero el alcoholismo no había dejado prosperar la empresa y básicamente el sustento de la familia era obtenido por la pensión vitalicia de que gozaba por su rango militar y el trabajo de secretaria que había conseguido su esposa.

Conforme pasaban los años, después de tratar de organizar otra empresa en el ramo de seguridad; las pesadillas y el insomnio se fueron haciendo constantes, todas las noches se despertaba gritando que lo perseguían y acosaban, grupos de jóvenes hombres y mujeres vestidos de morado, algunos con las cabezas manchadas de sangre, gritándole “dame mi vida!!, dame mi vida!!”

Entonces se refugiaba en la bebida, hasta que desarrolló paralela a las pesadillas e insomnio, la hepatitis cirrótica, la que finalmente lo mataría.

No obstante, en sus momentos de lucidez recordaba, su glorioso pasado por el ejército y las hazañas en los combates con las fuerzas contrarias, que según su opinión llegaron a temerle, por la forma aguerrida y valiente aunque poco ortodoxa de su manera de combatir.

Una corte marcial le dió de baja por haber asesinado a personal civil, en unas obscuras circunstancias…

Paquito Salcedo
Este hueputa es listo!, decía con orgullo, don paco, el papá de Paquito, cuando veía que el cipote, era diestro y rápido para hacer las tareas que se le encomendaban.

Esta capacidad contrastaba con la costumbre y conducta de otros jóvenes, la cual, se ha hecho parte cultural del país, que se podría resumir como la aplicación de la ley del menor esfuerzo, en todos los actos de la vida, en donde la iniciativa es castrada por la comodidad y la vida sin complicaciones, manifiesta en la pereza de actuar y pensar.

Y así van creciendo los jóvenes que se acompañan con otras jóvenes y reproducen el mismo sistema caracterizado por la inmovilidad, el conformismo y la aceptación sin cambio del destino inexorable y cruel. Esta reproducción del sistema de acoplamiento es estimulado por los grandes terratenientes y finqueros pues eso les asegura una mano de obra barata para las temporadas de corta de café, caña o para los trabajos temporales de mantenimiento de las grandes propiedades, además de fuente inagotable del servicio doméstico en las casas del rico.

Generación tras generación el sistema se reproduce y se va renovando con la caterva de cipotes que crecen y se reproducen, viviendo de forma miserable en donde la pobreza y la tragedia son cotidianas e inunda todos los aspectos de sus vidas y sus familias.

Paquito siempre demostró una habilidad para lo novedoso, era el primero en participar en las actividades del grado que la escuelita rural cantonal, organizaba las actividades de grupo, era el preferido de las maestras y siempre ganó el premio por espíritu de servicio, tal como se acostumbraba en esos tiempos.

En cierto modo la vida sedentaria y monótona del cantón le quedaba pequeña y en su interior siempre soñaba con conocer el mundo, viajar, compartir con otra gente y disfrutar de lo que su natural inquietud le demandaba.

Cumplía los diez y ocho años, cuando al cantón empezó a aparecer un grupo de jóvenes, dirigidos por un sacerdote, los cuales visitaban las casas y entregaban un folletito y estimulaban a la lectura de la biblia y el mensaje del señor Jesucristo, luego se supo que a éstos les llamaban :Catequistas.

Estos muchachos guiados por el cura, empezaron a reunirse en las casas del cantón, enseñando, las buenas nuevas del Reino de Dios, con dinámicas muy novedosas y agradables, cohesionaban las diferentes personalidades de los jóvenes, mujeres y hombres y les aclaraban, conceptos teológicos complejos como:
El Reino de dios en la tierra, la justicia, la máxima cristiana “no hagas a otro lo que no quieras para ti”, el amor de Dios a toda su creación y sobretodo la denuncia del pecado social.

Además instruían acerca de la igualdad Género, igualdad de los hombres mujeres ante la ley, protección a la niñez y a la vejez, valores como la humildad, la solidaridad, “los primeros serán los últimos” , “cuando oren no sean como los fariseos sino en la intimidad”, el cuidado del medio ambiente como la casa de Dios y otros conceptos muy adecuados y certeros a las circunstancias y apegados a lo que se llamó La teología de la Liberación, que un grupo de curas había adoptado como doctrina y estaban empeñado y convencidos de propagar entre la población, con el objetivo de cambiar las condiciones de vida de los pobres.

Conforme pasaron las semanas y los meses las enseñanzas fueron requiriendo de mayor compromiso y algunos jóvenes del cantón fueron incorporados en actividades de denuncia y protesta contra autoridades y terratenientes y así Paquito, por su natural espíritu de servicio participó en manifestaciones, marchas y protestas en la capital, convencido que estas acciones ayudarían a cambiar el actual estado de las cosas, es decir disminuir la pobreza y mejorar la justicia.

La guerra civil, se precipitó y la sociedad se vio sacudida por todo tipo de violencia,

Ese día un Operativo militar, se estaba desarrollando en el cantón de Paquito: los helicópteros inundaban el cielo, las aves revoloteaban asustadas y poco a poco fueron apareciendo tropas de élite, que en forma profesional fueron rodeando las casas de los alrededores.

La gente asustada no hallaba que hacer y esperaron preocupados y pacientes el resultado de tan inesperado suceso. Cuando se fueron acercando los vecinos vieron al grupo de soldados pintados de las caras en actitud nerviosa y agitada, que con sus gritos cortos y eficaces inundaban el plácido silencio de la aldea.

Separación de los jóvenes

Comandados por el capitán Saldaña, éste era un joven entregado a la milicia, procedía de la clase media urbana y tenía grandes ambiciones, sueños de pompa y grandeza, había recibido cursos especializados en contrainsurgencia en el extranjero y era de los subalternos de un famoso coronel que la guerrilla apodaba “Trompa de Cuche”, este joven fuè un excelente atleta en la escuela militar y por su antigüedad ganada por su rendimiento teórico y práctico fue destacado al batallón especial de contrainsurgencia, siendo uno de los preferidos del susodicho y legendario coronel.
Al tener reunidos a los jóvenes del cantón y siguiendo a cabalidad y precisión el “Manual de tratamiento de personas civiles que han tenido contactos con fuerzas guerrilleras”, página 93, numeral 6.

Procedió con el discurso del caso en donde se les estimula y advierte de lo peligroso y negativo que es escuchar esas gentes que le inculcan el comunismo, se hace uso de la exhortación en base a los sagrados principios patrios, de la conveniencia de respetar lo autóctono y desechar ideas extrañas que con sus voceros agreden al nacionalismo, la tierra de nuestros padres y abuelos, poniendo ejemplos de la separación de la familia, el destino final y jabonoso de los ancianos y otros conceptos que con la ayuda de los medios de comunicación afines a este pensamiento habían logrado penetrar en el colectivo de la población.

Y por otra parte la exaltación de la gloriosa fuerza armada llamada por mandato del divino a proteger al pueblo contra la agresión extranjera y diabólica del comunismo, personificado en los catequistas y curas poseídos por el espíritus inmundos que trastocando las sagradas escrituras, tratan de dividir y alterar las leyes y tradicionales de convivencia del pueblo, de la familia y de Dios….

En ese contexto y con esas consignas, el capitán procedió a dilucidar a los líderes de aquellos jóvenes, presentándoles la oportunidad que la fuerza armada ofrecía y podría conceder a los patriotas y los que quisieran hacer carrera militar para servir a su país, aquellos que tuvieran iniciativa de progreso, que quisieran conocer el mundo en su amplitud.

Se debía de dibujar un mundo lleno de oportunidades, de viajes, de heroísmo, de la posibilidad de convertirse en un verdadero apóstol del bien y de nuestros símbolos patrios.

A la pregunta de ¿quién quisiera incorporarse o tuviera deseos de pertenecer a los honrosos cuerpos de la milicia, a la gloriosa fuerza armada?

Paquito, levantó la mano, a lo que simultáneamente fue abrazado por Saldaña y les dijo al grupo:

- He aquí!, un valiente, un joven que ha comprendido que el servicio a la patria es más importante que la propia vida, un joven que piensa por su pueblo, que vislumbre un futuro, un héroe!

Si hombre, venite, le dijo en tono amistoso el sargento del pelotón de apellido Salgado, ya mi capitán me dijo que platicáramos para ver como te incorporas al batallón, te gustaría ser paracaidista, verdad?, a lo que Paco entusiasmado le respondió afirmativamente.

- Vas a ver que la vas a pasar vergon!!, date vuelta y sentate ahí, le dijo… Paco no dejó de extrañarse, cuando oyó, que el sargento desenfundó la browning y chasqueó el carro. En segundos, el sargento disparó certeramente en la cabeza de paco……

El capitán después de oír el disparo, y a la señal de misión cumplida del sargento, quitándose la boina, sentándose en una banca improvisada de madera, apoyado en su fusil y con gesto de congoja, moviendo la cabeza, les dijo a los muchachos:

-Ya ven lo que les pasa a los que se dejan enfermar de comunismo, por eso les advierto no se metan…… y prosiguió con las advertencias, amenazas y argumentaciones, siguiendo el manual que tenia memorizado.

Chico Salgado
Fue de los primeros en memorizar todos los ejercicios de la Gimnasia americana con arma, y le encantaba dirigir la cadencia y práctica, frente a la primera sección de infantería del Batallón de la 2ª.brigada de la ciudad capital donde había sido trasladado después de su instrucción básica de recluta en Sonsonate.

Gozaba, practicando las interminables flexiones de piernas, el sapito, la rana chacha, y otros ejercicios, durante el chicharrón, nombre que se le daba a la práctica constante de éstos.
Uso y artillería con mortero 81mm, 120mm. Obús 105, fortificación de campaña, comando y señales, Operador de radio, Central de tiro, Armamento.
De joven había sido muy activo y enérgico, tanto que al cumplir los dieciocho se presentó voluntariamente a prestar el servicio militar.
Su destacado desempeño como clase, hizo que fuera trasladado al batallón especial de contrainsurgencia, donde participó en toda clase de operativos, siendo destacado su accionar y con los años nombrado Sargento de la compañía.
Con mucho esfuerzo y estudio logró obtener el grado de subteniente y fue trasladado al Batallón Cuervo de la Policía de Hacienda, donde integro y participo en operaciones de inteligencia y especial en la lucha contra la insurgencia urbana.
Luego se casó y ascendió al grado de Teniente efectivo.
A tres años de finalizar la guerra civil, los operativos se hacia más espaciados, pues, se estaban gestando otras campañas en los escritorios de lujosos hoteles, con tazas humeantes de café y frente a diplomáticos de carrera que fungían como jueces y asesores entre las argumentaciones de las fuerzas guerrilleras, las Fuerzas Armadas y el Gobierno civil.
Emboscada
Los servicios de inteligencia habían detectado en la zona, grupos pequeños de guerrilleros y en días recientes, durante un bombardeo de rutina, la fuerza aérea había perdido un avión, roqueteado por unos SAM 7, misiles de gran precisión. La misión consistía en recuperar esos pertrechos.

Poco acostumbrado a movilización de unidades pequeñas y desprovisto del camuflaje necesario, pues el uniforme del batallón, era poco idóneo para estás acciones, avanzaron hacia un cerro conocido como “la Montañona”, al norte del país.
Pensando en un retiro honroso, había valido la pena tanto trabajo y esfuerzo, durante 25 años de servicio militar, ya el fondo de pensiones le calculó su remuneraciòn mensual y pensaba que le iba a alcanzar para una vida sin tantas limitaciones como las tuvo durante su infancia-adolecencia. Vaya!, era un triunfador.
De repente, la unidad fue emboscada y toda su tropa en un abrir y cerrar de ojos quedó postrada y maltrecha, un silencio invadió la escena, hasta que parte de las fuerza guerrillera empezaron a registrar a los sobrevivientes.
Es teniente, tiene dos barritas!!, gritó uno de los combatientes, a lo que salgado respondió:

- NO!!, él me las puso para confundirlos por si nos capturaban, señalando al cuerpo de su radio operador que inmóvil, con sus entrañas esparcidas alrededor y con los ojos abiertos tendido a la par adornaba la escena.
- Por favor!, no me matès, tengo hijos…

El comandante, un joven de apellido Salcedo, que pasó en la guerra durante la mayor parte de su juventud, sin asomo de emoción, desenfundó su pistola y le acertó un tiro en la frente a CHICO, cumpliendo su misión: sin prisioneros.

Por algún misterioso recoveco de su cerebro, y en un instante recordó la cara de su primo Paquito, cuando se lo llevaron a sentar a una piedra, diez años atrás, siendo él un cipote. Sin percatarse que con su acto, se cumplió un ciclo de venganzas en el éter de la vida y la muerte, en los cuales sus diminutas y cortas existencias habían servido para equilibrar infinitos y misteriosos desbalances.