martes, 20 de enero de 2015

De arriba abajo



 
No puedo más que asumir que la perplejidad que me afecta
Es la sonrisa franca y sutil que acompaña tu voz cálida
Naca, llorona, sencilla, zalamera y embaucadora
Adormecida por la flama amarilla intensa de las penumbras luminosas

De ese mundo, primer mundo, catalizado por las directrices del desarrollo
Desenredo de las pasiones de este tercer planeta, tercer agravio, tercer sometimiento

Nuestro mundo salvaje y plagado de remedos de mudanzas eternas, escapes
De moldes añejos y maduros de largas noches de sufrimientos,
Caldeados de experimentaciones y pruebas y errores y finales infelices

Al sentir tus labios sedientos de los cálidos humores tropicales, adormecidos por la ausencia
De versos, besos, abrazos, tocadas y tocatas y fugas, intermezzos, sopranos, rancheros, huillos

Canelosos, chocolatados, sudorosos, saboreados de café de palo, palo de almendras, palos de conacastes orejudos, cerosos, glamorosos, amorosos, bochornosos amagos de romance


De los tamarindo en flor y las inertes  macetas de geranios rojos.
Ninfas del rio sucio, surcando la caldera de la diabla que sale por las noches y que espera
Al fumador de puros, para que le repita la oración de la maría pata de gallina, esa de las uñitas
Pintadas de bronces y rubores y labios de rubí

Torogocez, que surcan el cielo y duermen en la tierra o las alondras chiquitinas esquivas y frágiles
Y  las chiltotas naranjas volantes, que mueven el cielo para anunciar Los griegos inviernos, amacizados por la llegada de helios el santo padre cachón, que toma la noche y preña la luz de los enredos atómicos energéticos,
 y su novia  peleando el pan con el volcán que alumbra las angustias nocturnas y huérfanas de eróticos sueños, eróticos enigmas, eróticas y pálidas erecciones,
Erupciones catorceavas, morenas, negras, blancas, amigas de los arqueólogos de grandes sombreros, llenos de esperanzas y mitos infantiles, de sauces dormilones, de aguacates y gallinas indias, de chufles y enredos lácteos.

Tan solo eso, y sin embargo somnolienta, cargada de efluvios inalcanzables, inigualables, fantasías, realidades,  lejanas fantasías ausentes en el invierno  atlántico, cruel, desalmado frió imperial, que marca tan profundo dilema:

Del Sopor y sudor al tenerte
Del dolor y calor al nombrarte
Del color y rubor al rozarte
y yo, intentando rubricar el ansioso camino de las almas ambulantes en el etéreo mar del tiempo