LA PASADA DEL VIEJO CONTADOR ENAMORADO DE LA MASAJEADORA
Siempre salía por las mañanas, esperando que al fin el apartado
postal, o el buzón electrónico tuvieran un aviso de empleo, o una entrevista,
pero ya sus cincuenta años pesaban en un mercado laboral donde casi siempre se
exige no mayor de treinta ( y con amplia experiencia). No obstante y sin
embargo era una buena excusa para lucir su camisa blanca, su corbata aun pasada
de moda y su bien planchado pantalón obscuro, cincho, pañuelo de impecable
blanco.
A pesar de su amplia experiencia como Contador General y los altos puestos y
responsabilidades que había desempeñado en sus trabajos, ahora, eran difícil,
la crisis nacional e internacional, así como la inestabilidad política
dificultaban la obtención de empleo, sistemas modernos de computación, hojas electrónicas
inteligentes, no lo habían podido desplazar, sino su edad, triste realidad.
Los hijos ya habían migrado y la esposa tuvo que irse para la Europa, necesitada
de servicios de servidumbre y cuidado de viejos, eso unido a una conducta
derrotista, bañada de alcohol, pleitos de celos, infidelidades, derrota
económica, perdida de estatus social, en fin, se había quedado solo y sus
inquietudes personales y profesionales se veían opacadas por la carencia y la
frustración.
Todavía la posesión de algunos activos, créditos abiertos y cierta
solvencia, para irla pasando le acompañaban e iba transcurriendo su vida mejor
que la mayoría de gente.
Era una morena cuyos ojos color miel resaltaban en un rostro estilizado, y
como era frecuente en el salón la aplicación de tintes de diferentes tonos, la
mostraban rebozada y radiante, en esa ocasión lucía un color castaño claro que
le resaltaba aún más sus ojos, dando la impresión de una princesa egipcia, esa
princesa de Java que cautivó a Salomón, cual sentada en sillón reclinable le
adosaba una imagen aristócrata, de una realeza exuberante rodeada de palmeras Su
estatura era arriba de lo normal y con los tacones, bien llegaba a medir los
1.80 cms, al ambiente solo le faltaba el mameluco con la cola de avestruz y los
músicos tocando la cítara.
Dejó volar su imaginación y se vió en medio de aquél ambiente oriental, quedó inmediatamente impresionado y porque
no decirlo, unido a la soledad, la inquietante melancolía, y vacio de amor,
enamorado a primera vista.
La veía con frecuencia cuando bajaba por la 3era. Cerca del cine METROPOLIS,
a pocos metros del diario LA CRONICA GRAFICA, donde abundaban, los negocios de
cortes de pelo, tintes, manicures, rayitos y algo escamoteados o subrepticios los
masajes reductivos y relajantes, que eran sesiones donde se practicaba y
ejercía el negocio y oficio más antiguo.
Conforme paso el tiempo y tuvo que vender el perol, para continuar
viviendo, pasaba a pie por el local, y a veces casi se atrevía a solicitar el
corte de pelo, solo por acercársele, pero lo impedía, su costumbre ancestral de
que este tipo de servicio siempre lo había satisfecho con el fígaro
tradicional, su amigo de añales, donde sus citas de corte de pelo y barba, eran
mezcla de terapia mental, ceremonioso y cuidadoso a lo cual estaba acostumbrado
y veía demasiado amariconado y poco varonil el que una mujer le cortara el
cabello.
Sin embargo, un día perdió la pena y se sometió al corte de pelo, con
la joven, el cual fue diferente a la costumbre y al fin pudo conocerla, sentirla
cercana, quedando conectado y locamente enamorado, tanto que de allí en
adelante fue visita frecuente todas las semanas y hasta dos veces por semana.
Con el paso de las sesiones peluqueriles, le preguntó acerca del servicio de
masajes relajantes, a lo cual le respondió que ese servicio se hacia adentro de
la casa, a lo cual accedió, previo a negociar el precio de dicho servicio.
De allí en adelante....
Fueron momentos maravillosos, época de amor, cariño, sexo fantástico, se
sentía renovado, la esperanza había renacido, su habitual melancolía se había
transformado en una permanente paz, alegría, que la mezclaba con lágrimas de
felicidad en la obscuridad de su alcoba, sobre todo cuando recordaba esas manos
acariciando sus miembros íntimos, con maestría de un painista interpretando un nocturno de Chopin o un concierto de Rachmaninoff.
Fueron noches de alegría, gozo, bebidas moderadas, bailes,
confidencias, una verdadera unión de espíritus, Dios existe, se decía a sus
adentros, valió la pena recordaba.
Fueron cada vez más frecuentes
esos encuentros que poco a poco entrelazatron sus vidas privadas, llegando a
confundir los encuentros puramente eróticos, con la amistad, el amor, el deseo
y la ausencia.
Todos esos encuentros eran financiados por préstamos a sus amistades, o con los prestamistas de la colonia, al módico 10.
Vida de madre soltera, sufrida y maltratada por un marido que le pegó dos
cipotes, y desapareció como vino, en medio de una madurez acelerada por la maternidad, muy dada al amor
y a la entrega, además cariñosa, complaciente, sabia escuchar y comprender
todas las hazañas, cualidades, incomprensiones, que los clientes llegaban a compartir a la sala de masajes, razón por lo cual le iba bien en dicho oficio.
Además el viejo le contaba deslealtades que había soportado, ella, por su parte, le alimentaba el ego, resaltando su sabiduría y capacidad amatoria
(y mamatoria), lo cual era parte del servicio.
El viejo, si alguna vez tuvo una defensa a evitar la penetración de su ser
intimo, ésta fue completamente abatida por la comprensión y complacencias de la
bella y joven mujer.
Víctor el joven marido, perteneciente a una de las pandillas más importantes,
no se andaba con chiquitas, le gustaba la vida fácil, poco para las bebidas y
drogas, pero muy dado al lujo, vestir bien, gastar, consumir, vivir su momento.
Gran amante, que tenia dominada a la joven, física y sicológicamente, además en
más de alguna ocasión, cuando no llegaba el dinero suficiente, la golpeaba y
amenazaba, teniéndola encausada en una relación de dependencia sexual y terror
masoquista, amor y muerte en combo.
Víctor ya la había convencido y habían planeado el secuestro y posterior
robo al viejo, ella lo había motivado que para gozar más tranquilamente de su
amor, debían dejar los moteles y mejor iban a ir a una casa de una amiga, donde
podían disfrutar de sus momentos de amor sin la presión del tiempo y la
molestia de los empleados, así que lo convenció de ir a otra parte
distinta del motel acostumbrado a gozar el idilio.
El maitro en sus sueños de enamoramiento, más trastornado y dundo
que un nuégado había dado la impresión muy eficiente y creíble-pues manejaba
bien los números- de poseer no solo propiedades sino tarjetas de débito y
crédito con límites atractivos de más de tres mil dólares.
Además de ahorros,
dos casas, rancho en la playa, nunca le dijo que era un pobre
desempleado, que eran sueños de poder y gloria, magnificados por su encule y
entuturutados en la mezcolanza del sueño y la complacencia.
Un viernes se fueron en un taxi, pasaron comprando comida y bebida
para lo que sería una noche exquisita de amor y lujuria, después llegaron cerca
de Soyapango y cuando entraron a la casa, la sorpresa que allí los estaban
esperando los muchachos Víctor y compañía, los cuales inmediatamente
procedieron según el plan trazado, que era: obligar al maitro a sacar todo el
dinero de las tarjetas y todo lo de valor que el había pregonado que poseía.
La noche estaba joven y procedieron con los métodos pertinentes y adecuados
a cumplir su misión.
Víctor y sus compañeros al ver que ni con los golpes ni torturas hacían
hablar al viejo, ni aparecían los pines para sacar los montos de las
inexistentes tarjetas, tomaron la decisión de quitarle la vida, pues no podían
correr el riesgo de que los denunciara y sobre todo a ella.
Acto que hicieron con precisión y rapidez, aunque a estas alturas el
viejo ya no sentía nada pues ya le habían destrozado toda la cara y fracturado
todos los dedos. Creyci le cortó la yugular.
Luego les quedaba el problema de qué hacer con el cuerpo, pues aunque, vivía
solo, alguna compañera del salón, o algunos meseros los podían relacionar,
además los habían visto salir juntos y abordar el taxi.
Consiguieron un sierra para metal y procedieron a cortar el cuerpo en
pedazos, lo cuales fueron tirando en la quebradas de San Salvador, Apopa y
Ciudad Delgado, la cabeza carcomida por los zopilotes fue encontrada en el
Puente Malespín del barrio Candelaria, la pierna izquierda otrora trazadora de
la famosa chilena apareció en el rio Tomayate de Apopa y así por estilo.
Las autoridades no tuvieron conocimiento del hecho.
Un día martes soleado, esquivando los mares de gente que se
agolpan en el centro de la ciudad y después de poner un aviso clasificado en LA
CRONICA Grafica, queriendo vender la refri, lo último que le quedaba de la casa
en la colonia Atlacatl, el licenciado Marenco, la vió y quedó prendido con esos
ojos color miel alargados que hacia juego con el corte de pelo en capitas sobre
sus descubiertos hombros y el color de cabello rubio que usaba esa bella mujer-similar
a la cantante rubia de ABBA- que ofrecía
servicios de corte de pelo y que parecía una diosa sentada en un sillón
reclinable.
Inmediatamente registró sus bolsillos a ver si andaba los dos pesos, para
sentir esas preciosas manos dispuestas a cortar los pocos pelos que todavía le
quedaban…