jueves, 18 de julio de 2019

Paco Coyol en Apopa



Francisco Sanabria, José Salinas y Milton Moreira, son tres personajes que compartieron el mismo domicilio e hicieron del Parque Centenario su primera casa, pues al Mesón San Jorge, ubicado enfrente al  Cinelandia, solo se llegaba a dormir.  ( y a cagar)
.
Estos tres cipotes crecieron juntos y formaban parte de los grupos de muchachos por los 60’, 70’s que deambulaban día y noche en el parque centenario.

José Salinas, fue conocido como EL PIRRI, habilidoso jugador de basket, además cuidaba carros en el CInelanda, según cuentan cayó en el vicio del guaro y se perdió toda pista de él.

 Paco coyol como era conocido Francisco anduvo compartiendo con varios grupos de muchachos, nunca fue muy bueno para el básquetbol, ni para otros deportes, ni para darse a los golpes,  era más bien un muchacho humilde y frecuentemente era el centro muchas veces de bromas y por no decirlo de humillaciones de parte de los más fuertes o los más valientes;  ya que por su pobreza sus cortes de pelo siempre era a la raíz - pato bravo-, dando la imagen de un coco pelado o coyol, nuestra fruta, reconocida como  ofrenda en el día de la cruz. 

Bautizándolo con el apodo COYOL, con el que fue reconocido eternamente en todo el barrio.

Coyol estudió en la escuela Francisco Gamboa No sacó el sexto grado pues la pobreza extrema en la que creció no le permitió continuar y siendo un adolescente tuvo que rebuscarse para conseguir la comida, era frecuente los golpes y maltratos de su mamá, la niña Tey, la mesonera.


En el parque era el que hacía Los mandados y a las burlas y maltratos,  respondía con putiadas, lenguaje obsceno y vulgar, provocando todavía más el acoso.

Varias veces el chino como era conocido Milton se fue a los golpes para defenderlo pues coyol decía que eran primos y era Obvio pensarlo porque vivían en el mismo Mesón. 

En fin, que Paco no aprendió oficio permanente, ni  estudió, la vida o adolescencia la pasó ejerciendo diversa ocupaciones, es decir de mil usos.

Y así anduvo de un lado a otro, hasta que un amigo (el chino) le consiguió de obrero en el boulevar del ejército, en donde logró cierta estabilidad.

Al cabo de varios años, Volvió a quedar cesante y ejerció  varios ocupaciones,  algunos de ellos no tan legales, pues la necesidad apremia cuando no hay para los frijoles.

Entre trabajos informales pero legales, otros reñidos con la moral y las buenas costumbres, la iba pasando Paco Coyol, de una u otra forma.

También ejerció con no tan buenos resultados, uno de los trabajos u ocupaciones  más interesantes y nobles del barrio: que es el de CHIVO, ya que una prima LA CHINA ELENA, era una  reconocida y famosa  ex prostituta y en ese tiempo era la RUFIANA de uno de los salones/ BURDEL  aledaños al cine Avenida, el cual como casi todos, consistía en cuartos enrejados, donde las muchachas, mal llamadas leonas, ofrecían los servicios en el oficio más antiguo del mundo.

De manera  que Paco Coyol, por la afinidad familiar y luego de sendos trabajos y pruebas:  desempeñó  la función que básicamente consistía en atender a una señorita, que ejercía como  puta (trabajadora del sexo)  en todos los aspectos tanto materiales emocionales y espirituales, agente de security, ante el gremio y barriada. A cambio recibía cama, comida, ropa y sexo gratis.

Pero además se concretaba en que tal como él lo manifestaba permanecer debajo de la cama cuando la muchacha está haciendo su rato, éste alerta y callado, además    acompañado del respectivo machete bien afilado, a fin de,  evitar que ella, fuera maltratada o golpeada por el cliente de turno;  más de alguna vez, tuvo que poner en su puesto a algún violento, descarriado o beodo cliente.

Obviamente que como iniciativa propia su actividad también consistía en hacer el dos de bastos cuando el cliente se concentraba en su tarea y dejaba mal puesto el pantalón.

Es de hacer notar que cuando los muchachos de los 60’s, 70’s, crecían y maduraban,  se desarrollaba en el país,  un conflicto social, llamada GUERRA CIVIL, la cual alteraba e influía en todos los aspectos de la vida cotidiana, de allí que eran frecuentes las manifestaciones, balaceras, desaparecidos, toques de queda, todo en medio de la aparente y apacible vida dentro del barrio, cuyos habitantes generalmente eran muy conservadores y trataban de no meterse en esos conflictos , en el parque Centenario,  la vida y dinámica trataba de estar ajena a esos hechos de carácter nacional.

 En una de tantas vagancias, ambulando, por la plaza del reloj  (plaza 14 de julio) ubicada entre la 1era. Avenida norte y 1era. Calle oriente,  observó un movimiento  inusual, que era que un grupo de muchachos a plena luz del día, sacaban y trasladaban cajas y mercadería del Almacén Bahaia, cuya ubicación era en los portales del costado oriente de la plaza, uno de éstos jóvenes le hizo una mueca para que les ayudara a continuar sacando mercadería de almacén que permanecía con las puertas abiertas a lo que él muy diligente le siguió.

En esa época el Almacén Bahaia era la competencia sana de Omnisport era como el lugar donde vendían mercadería deportiva clase B, se especializaron sobre todo en equipo para béisbol(cascos, guantes, bates, pecheras, etc),  aunque se podían encontrar artículos para todos los deportes tacos de fútbol, uniformes, medias,  también distribuían la pelota de básquet marca VOIT  y zapato marca kidd de los que usaba Fausto Gutiérrez, en contraste de la marca súper k y zapatos Converse All Star de Omnisport es de más decir que los precios eran relativamente más bajos sin embargo era muy reconocida su calidad sobre todo porque en esa época eran los dos únicos almacenes de artículos deportivos después apareció Estadio centro y otros.

Para la mayoría de los PPP (puro parque centenario), era un sueño adquirir  un par de zapatos de esas marcas  o una pelota de básquet nueva. A los más que llegaba la mayoría era a los zapatos nacionales Bilsa o Bracos. Y unas pelotas ahuladas de 10 pesos.

Paco Coyol, rápidamente se unió a la fila de muchachos y muchachas que trasladaban la mercadería del almacén a dos vehículos, uno era una Combi VW y otro un pick up bastante viejo.

Poco a poco fueron llenando los vehículos,  una vez éstos estaban repletos ; el joven que parecía el jefe a que lo acompañara y se subiera a uno de los vehículos, Coyol contento pensaba que iba a poder hacer el día con parte de la mercadería del almacén y que él con mucho esfuerzo había ayudado a sacar.

Los vehículos tomaron rumbo Norte hacia la troncal del norte pasaron Apopa y luego fueron y se introdujeron a una escuela que quedaba fuera de la ciudad,  una vez dentro, allí  estaban esperándolo otras personas,  había hecho una especie de concentración en dónde los muchachos  organizadamente separaron niños, mujeres y adultos, procedieron a repartir aquella mercadería.

Coyol obviamente esperaba su parte por haber ayudado a la carga según él cuenta no se había percatado que esa mercadería había sido sustraída del almacén de una forma ilícita en esa época era una requisa a punta de pistola, que había hecho este grupo de personas.
Una vez entregada toda la mercadería,   a él pues le entregaron por su aporte, un juego de  uniforme completo de futbol, incluido el suéter de portero,  una pelota de básquet, dos docenas de medias color blancas con rayitas azules,  las cuales cómo pudo guardó bien empacados en una bolsa de papel.

Luego toda la gente celebraba hubo música, frescos y  panecillos, se presagiaba una tarde en alegre convivio. A Paco Coyol le pareció un poco extraña la música de fondo, que consistían en canciones del grupo venezolano Guaraguo, en fin la cachada lo justificaba.

El esperaba nomás el tiempo para regresar a San Salvador para poder realizar la venta de esa mercadería y poder hacer un buen negocio, salvar la semana.

La escuela quedaba en una posición alta donde podía verse parte de la carretera troncal y otras carreteras aledañas.

Desde allí, algunos muchachos  notaron qué en dirección a la escuela se movían de manera lenta,  dos vehículos militares con personal uniformado de verde en donde relucían algunos cascos y las puntas de algunos fusiles, en la retaguardia venía una unidad blindada, con una ametralladora encima.

En la escuela hubo mucho revuelo los niños y las mujeres pues corrieron rápido y se fueron apresurados por diferentes rumbos, en cambio los muchachos que habían participado en la requisa o saqueo del almacén de alguna manera y en algunos lugares empezaron a sacar armas y se preparaba para el inevitable combate mujeres y hombres sobre todo jóvenes según cada uno fueron tomando las armas disponibles que eran de todo tipo: desde revólveres,  pistolas,  unos cuantos fusiles m16 y escopetas calibre 12.

Las señoritas que hacía unos minutos bailaban o entregaban dulces y panecillos en esos momentos se cambiaban a ropa de combate y se ajustaban el pelo en unas trenzas o si no se las amarraban con pañoletas, valientes tomaban sus respectivas armas, corriendo a tomar posiciones defensivas en el edificio.

Los muchachos cargaban los fusiles, se ajustaban cinturones, arneses con cargadores, etc.  y se preparaban para el rechazo armado del convoy militar.

Los camiones parqueados cerca a la escuela, de los cuales empezaron a bajar los guardias y procedieron a tomar posición de combate, la ametralladora empezó a dispara a discreción.
Coyol estupefacto no hallaba que hacer: el joven que parecía el líder, le  llamó en medio del ajetreo y le dijo: “mirá, aquí le vamos a dar hasta el tope, tomá”, dándole una escopeta 12 y llevándolo del brazo a una posición en parte trasera de la escuela. “que no pasen”, le ordenó.

Paco Coyol, cobarde de fábrica, se cagaba del miedo, mirando con tristeza la bolsa con la cachada y pensando que de esa no salía.

Al empezar el refuego en medio de balazos y humo, los  muchachos, los gritos y algarabía llenaban el ambiente;  en donde se resaltaban los gritos de algunos” vengan hijos de puta”, “aquí está su tata cabrones”, “tomen sus frijolitos cerotes” . Sonaban los disparos y las metrallas había unos gritos y confusión.

 Paco coyol no hallaba que hacer,  miraba con tristeza la bolsa con la mercadería y se aferraba a la  escopeta y lloraba como un niño.

A los primeros minutos de la gran bulla y el fuego que sonaba por todos lados Paco Coyol  tuvo la valentía de dejar tirada de escopeta saltarse el muro dónde lo tenían posteado y se fue corriendo en dirección norte dejando atrás el edificio y todo el refuego que había alrededor de él.

 Paco Coyol corrió huyendo, día y noche por unas veredas y en medio de fincas, arroyuelos y montañas a los tres días sin comer apareció por la ciudad de Guazapa, donde unos campesinos al verlos en condiciones deplorables, le dieron agua y comida, y pudo trasladarse a San Salvador.  

Un día apareció en el parque, extremadamente delgado y lleno de raspaduras, a lo que el chino le preguntó que le había pasado…..y esta es la historia.










lunes, 8 de julio de 2019

Toyota y los marihuanos




Era la época en que estaban ampliando la séptima calle Oriente que ahora es la Alameda Juan Pablo Segundo, la cual aparecía llena de hoyos para colocar la nueva tubería,  promontorios de tierra y material  para pavimentar.  
El tramo abarcaba lo que era la 16 Avenida hasta la 10ª. Enfrente donde los Siu,

Charli y el chino tenían ratos de no verse, pues ya cada quien vivía separado del barrio, uno en Apopa y otro en San Bartolo. Iniciando otra etapa de su vida, con responsabilidades de familia e hijos.

Se veían algo lejanos los momentos y tertulias cuando eran independientes y libres. 

Después de un caluroso saludo y  ardua tarea cada quien en la fábrica donde trabajaban para ganar su frijoles,  ya entrada la noche, una noche como cualquiera, serena, y con luna, como otras que acompañaron a tantos jóvenes, en medio de la barbarie de la guerra, en fin, decidieron ir a buscar a Juan lagarto para que les vendiera un par de esas cosas que se les pone un fósforo agarran fuego y se aspiran y que te hacen sentir bien cómodo, profético y filosófico;  había que llegar a darle fuego y buscaron allí por la Loma por donde vivía “el muerto”,  casi siempre se encontrában a un par de enamorados amontonándose,  llamaba la atención una muchacha bien bonita y jovencita que andaba con un joven poco mayor un chele baby face, que no era de la majada,  de entrada caía mal porque la niña no tenía más que 14 años y acostumbraban a juntarse en los recovecos de las casas de la loma, donde también eran frecuente encontrarse con otros broders, fumigando la esquina.

Viendo la imposibilidad de disfrutar de aquel par de cosas en una zona quieta y solitaria, decidieron caminar y encenderlos caminando por la 14 enfrente de la Mansión  buscando la séptima calle, obviamente, la llamarada, la humazón y el fuerte olor, despertaba cualquier sospecha.

Sin percatarse qué detrás de ellos venían dos hombres mayores y  cabalmente en la esquina donde la Juan Pablo cruza con la 12 avenida les gritaron que se detuvieran y sacaron unas pistolas las cuales se sintieron y observaron  que eran más largas que cualquiera, era porque ya el efecto de la amiga Juana había hecho de las suyas, se capta la escena como en cámara lenta, el individuo parado sobre un volcán de tierra, sacando el arma de su pantalón y el otro dando la seguridad a su espalda.

Parados en un promontorio de tierra, los dos con sendas chumpas de judicial y pelo recortado, pistola en mano, los pusieron “ticaman”, se identificaron como agentes de la SIC  y procedieron al registro personal (pantalón, camisa, ropa interior, zapatos, etc. )  para encontrar la prueba del delito, que debía consistir en una parte del rollito.

Poco acostumbrados a todos los procedimientos policiales, los susodichos,  no dejaron de afligirse y preocuparse por la casi certera posibilidad  de ir a dormir  unos cuantos días al Castillo Grayskull con la pena, ficha  y multa correspondiente sin embargo por más que registraron no encontraron dicha prueba y entre ellos- los cuilios-  se discutían: uno le decía al otro “yo los vi que venía fumando”, “yo los vi”, decía el otro mientras buscaba en el suelo polvoso, alumbrando con una lámpara alrededor.

Además el tufo, era inobjetable. ¿ dónde está? , ¿que la hicieron?, les  preguntaron a los jóvenes los cuales fingían demencia y entre lenguaje cortado por la pálida y la mota, se defendían afligidos, argumentando que andaban paseando. (en la noche y en calles solitarias), al ver la contundencia y decisión de los agentes, la “corrida” no era opción.

En todo caso, “mientras se averigua”, nos los llevamos amenazaron los oficiales, y procedieron a colocar los brazos en posición y poner las esposas, aquellos buscaban con sus pescuezos alargados, algún conocido o persona que pudiera auxiliarles, creyendo que la bulla o el escándalo, cambiaría la situación y evitaría el fondo tenebroso esperado, pero, por ser de noche, no aparecían ni los infaltables curiosos.

Toyota en aquel tiempo era el apodo de un joven moreno claro alto y un poco robusto al que se le recuerda como muy ameno y muy simpático,  se le veía frecuentemente en la cancha de basket con el pelón, Joe cocker, el peludo, etc.  y hasta donde se sabe vivía en la cuesta de la 12 avenida Norte o sobre la séptima; pues bien ese cipote era de los pequeños del parque centenario, apareció y se acercó curioso a la bulla de los dos policías y los dos bohemios, a lo que uno de ellos : El Chino le grito a que fuera hablarle a un amigo que él tenía y  cuyo nombre era Carlos Rivera Pino (QEPD),  esposo de la propietaria del colegio Unión 890, ubicado al frente del incidente.

Este personaje era un ejecutivo de oficina en la fábrica donde trabajaba el chino y entonces Toyota corriendo y ni corto ni perezoso fue hablarle a los pocos minutos llegó Don Carlitos, echándose el rollo inmediatamente.

Don Carlitos, de unos 65, además de auditor y profesor, era un notable orador  y en las reuniones laborales, eran sus palabras las que inauguraban cualquier acto, él declamaba la apertura  y clausura de las actividades.

Sus discursos llenos de sentimiento y con contenido dramáticos convencían hasta el más necio e incrédulo, también escribía poesías y su porte era de un hombre alto, blanco y con gran presencia. 

Empezó su letanía  tratando de convencer a los policías que parecían ajenos y más concentrados en el arresto y continuaban buscando “la bacha.”

Más o menos el discurso iba así: como pueden llevarse presos a estos dos jóvenes fieles católicos, personas que cumplen con sus deberes ciudadanos abnegados trabajadores y son la esperanza y el futuro de un país Digno y un país lleno de Gloria y belleza como es El Salvador ; no es posible que ustedes se quieran  llevar a conocer la fétidas mazmorras a estos dos seres humanos tan buenos y tan honrados. Yo les invitó a que pongan una mano en su conciencia y hagan que esta noche ellos puedan regresar a sus hogares, a compartir con sus respectivas esposas  y que sus hijos puedan sentir el calor y apoyo de un padre.  Yo puedo dar fé que nunca estos muchachos han cometido ningún delito, por los tanto los convido y les exijo que liberen de manera inmediata a los muchachos. Dios los bendiga.


 Ante la insistencia de Don Carlitos, y de testigo el joven Toyota, los juras accedieron de mala gana a soltar a los jóvenes, no sin antes amenazarlos y continuar buscando en el suelo la prueba física del delito.

Los juras se quedaron buscando en el suelo, Don Carlos regresó a su hogar, Toyota a su casa y los mariguaneros caminaron hacia el parque centenario, buscando el Cinelandia, donde procedieron a entrar a la última función de las 8:30PM, a fin que les bajara el palidón.

Pagaron la entrada y a los 10 minutos de la función ya con las luces apagadas ambos sentados a la par al final del cine,  Charli le dice al Chino ¿“que onda?, ¿nos vamos a fumar el puro?

La incredulidad y admiración del chino, no evitaron la preguntó qué dónde estaba o dónde lo había escondido el material  y Charli le respondió que siempre estuvo en medio del dedo medio con el anular y que cuando lo registraron nunca abrió las manos, permaneciendo pegado a los dedos....


Charli le preguntó de nuevo ¿ qué decís nos lo fumamos?. A lo que el chino le dice con contundencia come mierda y  levantándose inmediatamente y salió corriendo para su casa.

Esta historia me la contaron.

 Gracias infinitas a Toyota Y a Don Carlitos en el cielo por haber sacado de este par de vagos de ese problema.