Penetración
Fue el hueco que
apareció en la alfombra de luz castigada por los años
así penetre su mente en afán a discurrir el polvo del olvido
y del consuelo
No tuve que penetrar el umbral del alma amañada por el
sufrir y el sutil soñado
de la lumbre del sol y de la luna cadenciosa y permanente,
variable y con sentido
También penetré las fauces del sueño de la ilusión sedienta
de buen vivir y acomodo
Penetre además la esperanza verde y dormida en el verano de
insomnios y dudas
No penetre las entrañas llenas de fluidos mundanos,
agraciados y olorosos
Me quedan la penumbra, la duda, la penetración fecunda, la
decimonónica penetración
Aquella de poetas y bohemios en torno de una mesa de
cantina, humorosa, tosigosa
Esa no, lamento no complacer el lívido añejo de la maña de
viejo color hoja recién cortada
que el tiempo marchitará dejando el espectro de la añoranza
y el recuerdo vital enamorado
grabado y penetrado en las migajas de axiomas desnutridos
tercermundistas clamorosos
Penetré la necesidad y los complejos de Edipos y Electras
freudianos amacizados por el tedio
del noviazgo, matrimonio, divorcio, cadena intermitente,
destino ineludible de la vida breve,
de la vida penetrada, al sonido de la flama que paga los
deseos risueños, efímeros y legendarios, sedientos de protagonismo obtuso en la simetría de la vida cotidiana y monótona.
Difícil derivar de la mente corta, la emoción de un beso
penetrado en el universo de la alquimia penetrante del deseo y la angustia.
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