Antes que los viernes se convirtieran en
“sábados chiquitos”, el día del vacile y fiestas era el sábado, este día por la
tarde, se arreglaba la majada y se ponía sus mejores galas, pues era el “día”,
de baile, chonguenga y hasta con suerte día de “conseguirte un culo”.
El
punto de reunión era el parque, alrededor de la cancha, poco a poco iban
llegando los jóvenes que se acicalaban y peinaban sus melenas, se lustraban los
zapatos y se ensayaban los pasos de los últimos estilos de baile, en medio de
bromas y algarabías, tocadas de nalgas y coscorrones.
Los temores
y timidez propio de la adolescencia, cada uno los desbordaba en confianza
aun fingida y otros se enmascaraban con un par de tragos. Las dudas y temores
que podía generar salir a la conquista
del placer y buen vivir, deseos y anhelos propios de la primera juventud.
La primera estación de estas aventuras, era
el interrogatorio de si había entre los presentes alguien que hubiera sido
invitado oficial y previamente a alguna fiesta en el barrio, de preferencia
“fiesta Rosa”, “casamiento” o “cumpleaños”.
Si la respuesta era positiva, habría que preparar el ataque al local del
ágape, éste consistía en que el “invitado oficial”, tenía que entrar al local
varias veces con uno o dos acompañantes,
es decir, con uno o varios que no habían sido invitados, de esta manera
asegurar que toda la majada tendría la oportunidad de entrar y disfrutar del
jelengue.
Esto era conocido como “caer
de paracaidista”, al entrar se ocupaba la plaza en un lugar táctico, cerca
de los tragos y comida y a distancia prudencial de las cipotas.
Si nadie tenía invitación, se procedía al
sistema del “paracaidismo total”, a
ver, buscar la manera asolapada o de escondidas de entrar y participar de la
fiesta.
En éstos casos, consistía en varias formas, si había gente pidiendo
invitación habría que distraer al susodicho y en el lapso colarse dentro. Si no
pedían invitación, pues habría que entrar de la manera más serena y segura, así
afianzar una mesa para todo el conglomerado, casi siempre lo tenía que hacer el
que tenía más plante y seguridad en sí mismo o el que andaba más cachudo.
Otra
alternativa era entrar por la puerta del fondo o por la ventana más apropiada y
súbitamente aparecer en medio del party confundidos
en el relajo de la gente ensimismada en el baile y la comida.
En el barrio, los lugares especiales para practicar
el paracaidismo eran : La UTF, que era una central sindical, cerca de la
Plazuela Ayala, el local del Sindicato de la IUSA, sobre la 14 ave, donde
estuvo el mesón Buenos Aires, casa de los “peligros” y el local de la UNO,
frente al parque.
Una vez ubicados, había que ver que había de
beber y tragar, luego con el inicio de la música se ponían las pilas para
empezar en ancestral y biológico cortejo entre los sexos opuestos.
La música generalmente se presentaba por
tandas, la primera siempre la rompe-aburrimiento, con melodías movidas para
bailar despegado, la alegre cumbia, el sabroso merengue, el rítmico disco, el
bohemio regee y el Marshall rock and roll, que terminaba en la romántica salsa.
En las primeras de cambio el individuo ubicaba
a su presa, en medio de miraditas extrañas, disimulos, atenciones, clavazones,
distracciones y todo tipo de gestos, se establecía la comunicación y se
preparaba el abordaje con todo el arsenal: caminadito de chivo, seguridad, mirada estilo James Bond, risa de lado estilo Ben Casey, etc.Hasta llegar a la pregunta : - Bailamos?
Al sonar la música había que proceder y si
así lo permitía el colocho, ya tenías pareja para la tanda de música movida, en la cual el dialogo se llimitaba a saludo y miradas esquivas o directas.
Receso
Al receso habria que regresar al lugar de la majada, que en bromas y risas, aceptaban o rechazaban a la señorita, describiendole sus formas y resaltando sus abultados atributos o sus invisibles contornos. Aqui no faltaban los consejos de los más abusados.
Luego venía la tanda de música calmada, para bailarla pegados, allí se oye música de Santa Esmeralda, los Galos, Los Angeles Negros, Bread, Andy Gibb y Leonel Rico.(ex tentechón).
De nuevo a sacarla a bailar y si la joven accedia: el plan B, el interrogatorio de rigor:
Preguntas
- Cómo te llamás.. Rebeca, Donde estudías?, ta siendo calor vea?, Bastante gente, vea?, te gusta la música?, hasta llegar al clásico "tenés novio?"
Respuestas
Agradable: - No...., porque no me deja mi papá.
Formidables: No, porque?
Nefasta : - Me gusta tener amigos...
La
pior
-
Cómo se llama tu amigo, el alto….sí
el de pantalón blanco….
Un día perfecto para un paracaidista
profesional era: fiesta en donde caer de
paracaídas sin problema, una buena fajada
(keike incluido) y tapis a montón, buena música y buenos culos.
Excepcional si se hacía un ligue, con
amontonada incluida, apoyada en un árbol del parque, teniendo de cómplice al
árbol y la noche y súper excepcional si la señorita permitía unas tocaditas en
sus lugares secretos y la promesa de caerle a la salida del colegio y
principalmente que el suegro no fuera mala onda.
Posterior aguantar las bromas de los cheros
y las pasadas que ocurrieron durante el
fiestón, que pasaba desde conocer al nuevo Don Juan Tenorio, el ridículo de los
bolitos y los pases de baile de los más atrevidos, así como la pose de Romeo Montesco
con la inesperada Julieta que ya empezaban a dar pie a comentar y disfrutar en
las tertulias de los próximos días en el parque Centenario.