lunes, 10 de diciembre de 2012

PARACAIDISTAS




Antes que los viernes se convirtieran en “sábados chiquitos”, el día del vacile y fiestas era el sábado, este día por la tarde, se arreglaba la majada y se ponía sus mejores galas, pues era el “día”, de baile, chonguenga y hasta con suerte día de “conseguirte un culo”.

El punto de reunión era el parque, alrededor de la cancha, poco a poco iban llegando los jóvenes que se acicalaban y peinaban sus melenas, se lustraban los zapatos y se ensayaban los pasos de los últimos estilos de baile, en medio de bromas y algarabías, tocadas de nalgas y coscorrones.

Los temores  y timidez propio de la adolescencia, cada uno los desbordaba en confianza aun fingida y otros se enmascaraban con un par de tragos. Las dudas y temores que podía generar  salir a la conquista del placer y buen vivir, deseos y anhelos propios de la primera juventud.

La primera estación de estas aventuras, era el interrogatorio de si había entre los presentes alguien que hubiera sido invitado oficial y previamente a alguna fiesta en el barrio, de preferencia “fiesta Rosa”, “casamiento” o “cumpleaños”.  Si la respuesta era positiva, habría que preparar el ataque al local del ágape, éste consistía en que el “invitado oficial”, tenía que entrar al local varias veces con uno o dos  acompañantes, es decir, con uno o varios que no habían sido invitados, de esta manera asegurar que toda la majada tendría la oportunidad de entrar y disfrutar del jelengue. 

Esto era conocido como caer de paracaidista”, al entrar se ocupaba la plaza en un lugar táctico, cerca de los tragos y comida y a distancia prudencial de las cipotas.

Si nadie tenía invitación, se procedía al sistema del paracaidismo total, a ver, buscar la manera asolapada o de escondidas de entrar y participar de la fiesta. 

En éstos casos, consistía en varias formas, si había gente pidiendo invitación habría que distraer al susodicho y en el lapso colarse dentro. Si no pedían invitación, pues habría que entrar de la manera más serena y segura, así afianzar una mesa para todo el conglomerado, casi siempre lo tenía que hacer el que tenía más plante y seguridad en sí mismo o el que andaba más cachudo. 
 
Otra alternativa era entrar por la puerta del fondo o por la ventana más apropiada y súbitamente aparecer en medio del party  confundidos en el relajo de la gente ensimismada en el baile y la comida.

En el barrio, los lugares especiales para practicar el paracaidismo eran : La UTF, que era una central sindical, cerca de la Plazuela Ayala, el local del Sindicato de la IUSA, sobre la 14 ave, donde estuvo el mesón Buenos Aires, casa de los “peligros” y el local de la UNO, frente al parque.
  También se ubicaban lugares que eran casas alrededor del barrio, o sino los mesones grandes donde se compartían las fiestas, la música y los tragos entre los vecinos.

Una vez ubicados, había que ver que había de beber y tragar, luego con el inicio de la música se ponían las pilas para empezar en ancestral y biológico cortejo entre los sexos opuestos.

La música generalmente se presentaba por tandas, la primera siempre la rompe-aburrimiento, con melodías movidas para bailar despegado, la alegre cumbia, el sabroso merengue, el rítmico disco, el bohemio regee y el Marshall rock and roll, que terminaba en la romántica salsa.

En las primeras de cambio el individuo ubicaba a su presa, en medio de miraditas extrañas, disimulos, atenciones, clavazones, distracciones y todo tipo de gestos, se establecía la comunicación y se preparaba el abordaje con todo el arsenal: caminadito de chivo, seguridad, mirada estilo James Bond, risa de lado estilo Ben Casey, etc.Hasta llegar a la pregunta : - Bailamos?

Al sonar la música había que proceder y si así lo permitía el colocho, ya tenías pareja para la tanda de música movida, en la cual el dialogo se llimitaba a saludo y miradas esquivas o directas. 

Receso 
Al receso habria que regresar al lugar de la majada, que en bromas y risas, aceptaban o rechazaban a la señorita, describiendole sus formas y resaltando sus abultados atributos o sus invisibles contornos. Aqui no faltaban los consejos de los más abusados.

Luego venía la tanda de música calmada, para bailarla pegados, allí se oye música de Santa Esmeralda, los Galos, Los Angeles Negros, Bread, Andy Gibb y Leonel Rico.(ex tentechón).

De nuevo a sacarla a bailar y si la joven accedia: el plan B, el interrogatorio de rigor:

Preguntas
     - Cómo te llamás.. Rebeca, Donde estudías?, ta siendo calor vea?, Bastante gente, vea?, te gusta la música?, hasta llegar al clásico "tenés novio?"

Respuestas

Agradable:  - No...., porque no me deja mi papá.

Formidables: No, porque?

Nefasta :   - Me gusta tener amigos...

La pior
-          Cómo se llama tu amigo, el alto….sí el de pantalón blanco….

Un día perfecto para un paracaidista profesional  era: fiesta en donde caer de paracaídas sin problema, una buena fajada  (keike incluido) y tapis a montón, buena música y buenos culos. 

Excepcional si se hacía un ligue, con amontonada incluida, apoyada en un árbol del parque, teniendo de cómplice al árbol y la noche y súper excepcional si la señorita permitía unas tocaditas en sus lugares secretos y la promesa de caerle a la salida del colegio y principalmente que el suegro no fuera mala onda.
 

Posterior aguantar las bromas de los cheros y las pasadas que ocurrieron durante  el fiestón, que pasaba desde conocer al nuevo Don Juan Tenorio, el ridículo de los bolitos y los pases de baile de los más atrevidos, así como la pose de Romeo Montesco con la inesperada Julieta que ya empezaban a dar pie a comentar y disfrutar en las tertulias de los próximos días en el parque Centenario.