lunes, 22 de diciembre de 2025

EL LUNES NADIE LO CREYÓ


 


El lic Machón llevaba treinta y siete años en la misma oficina, en el mismo escritorio y con la misma engrapadora que ya no engrapaba bien, pero a la que él defendía como a un perro viejo.

Setenta años, un peinado antiguo, disciplinado y una habilidad casi artística para archivar papeles sin que nadie supiera exactamente qué archivaba.

Por eso, cuando llegó la invitación a una fiesta de mercadeo —con letras grandes, colores chillones y exceso de signos de exclamación— pensó que era una broma.


“Evento de integración con impulsadoras y promotoras ”, decía.

El lic. estuvo a punto de tirarla a la basura… pero algo, tal vez el café cargado o la curiosidad tardía, lo hizo guardarla en el bolsillo. Pensó “ de todos modos vivo solo, y para variar…..”

La fiesta era en un salón con luces que parpadeaban como si tuvieran hipo.

Música fuerte, risas, y un ambiente que no tenía nada que ver con memorandos ni sellos de recibido, ni vales de caja chica, ni reportes contables.

El Lic. llegó temprano, como siempre, pero bastaron dos cokteles para que se le aflojara el nudo de la corbata… y otro nudo más profundo, existencial, el valeverguismo juvenil.

Primero fue el merengue. Movimientos prudentes, de hombros, como si aún estuviera en horario laboral. Luego la cumbia, donde ya se permitió una vuelta completa sin pedir permiso. Y finalmente, cuando el DJ decidió que el respeto había muerto oficialmente, llegó el reguetón.

Ahí ocurrió el milagro.

El viejo licenciado, el del archivo muerto, descubrió músculos que no sabía que tenía.

Sus pasos no eran elegantes, pero sí decididos. Había en ellos una mezcla peligrosa de entusiasmo, desubicación y una energía que nadie —ni él mismo— esperaba.

Las promotoras lo miraban primero con risa, luego con sorpresa, y finalmente con ese gesto incómodo que uno pone cuando algo se sale del guion.

Las muchachas moviendo sus caderas, agachadas, levantadas y con las letras sugestivas “mételo, mételo, sácalo, sácalo..”. Dale Dale”. Rakata, rakata, si ella se pega, rakata. 

Pum pum, pum pum, dale, dale, martillo y clavo, pum pum,,,martillo, pum pum.

Bailó hasta que el cuerpo dijo basta… pero el espíritu dijo “una más”.

Terminó la noche adolorido como si hubiera corrido una maratón sin entrenar, pero con una vitalidad que no recordaba desde quién sabe cuándo. Se fue a dormir convencido de que algo se había despertado. Algo importante. Algo imprudente.

Ahí entra Jessica.

Jessica era una cariñosa, práctica y tenía una paciencia entrenada, ya años le daba servicio y complacía  metódicamente.

Cuando el Lic machón llegó a verla, ella esperaba una velada tranquila, casi rutinaria.

Pero no.

El hombre venía con una energía que no figuraba en ningún manual. 

Quería moverse, cambiar, inventar. Parecía haber leído y aprendido el Kamasutra.  Garganteado de sapo, Canto de cama, torito
, candela chorriada, avioneta venenera, gato en cebadera, siervo baleado, fueron sus platillos con Jessica.

Jessica pasó de la sorpresa a la incredulidad. Luego a la molestia. Luego al cansancio.


—Don Paco (así se llamaba para ella)… —dijo en algún momento, ya con tono profesional— usted no vino a conversar filosofía existencial, ¿verdad?, ¿y no me va a contar ahora de sus viejas aventuras???

Cuando él, satisfecho y sonriente, pidió un segundo round como si fuera lo más natural del mundo, Jessica decidió que había límites que ni el entusiasmo ni el pago justificaban.

Jessica no era ninguna improvisada. Tenía un radar fino para detectar fantasías tardías, promesas exageradas y entusiasmos que duraban lo que dura una canción mal puesta.

No era solo la energía —que ya era mucha— sino la convicción. Ese brillo en los ojos de alguien que acababa de redescubrirse vivo, peligroso y, peor aún, creativo.

 Mientras se acomodaba el cabello frente al espejo, lo miró con una mezcla rara de respeto y fastidio.

—Mire, Don Paco —dijo—, usted es buena gente, paga puntual… pero lo suyo ya es mucha exigencia, ni mi marido, me deja así.

Después de terminar, contar el dinero y ponerse los zapatos, fue clara:

—Así ya no vuelvo a salir con usted. Mucha exigencia, demasiada energía… y yo mañana trabajo.

El asintió, con una serenidad triunfal, como quien acepta una sanción sabiendo que valió la pena.

El lunes llegó a la oficina puntual, con ojeras gloriosas y una sonrisa misteriosa. En el cafetín, mientras removía el azúcar, soltó la frase como quien deja caer una bomba:

—aja!!!, gud morning. cipotones… la Jessica me mandó a la M. Ya no me va a dar servicio.

Silencios sepulcral.......

—¿Por qué? —preguntó uno, incrédulo.

Respiro profunda y solemnemente.

—Porque no aguantó, la sacudida que le pegué.

Nadie supo si creerle. Pero desde ese día, cada vez que el lic. archivaba algo, lo hacía con un ritmo extraño… como si de fondo aún sonara un reguetón lejano.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

CUANDO EL FISICO TE COMPROMETE.

 



Ahora que estamos hablando de tiempos pasados tan  románticos y mágicos, sobretodo hoy que llega el tiempo navideño y se vienen como tormenta muchos recuerdos, tiempo que no volverán.

Me ha estado dando vueltas una pasada de 1974-75 y pienso y pienso bueno….

El caso es que allá por los 75 o 74 , andaba por los 20 años, llegó a vivir al Mesón una señorita que trabajaba de cajera en el McDonald's del centro, (esquina opuesta al Teatro Nacional) que,  junto al del Boulevard de los Héroes eran los únicos dos que existían y eran una novedad, aunque privados para la majada, pues tal como ahora, los precios eran inalcanzables.

 Pues esta muchacha piel blanquita, muy atractiva entraba y salía por los turnos, la veía bien arregladita y era un gran prospecto para un  obrero como yo, de manera que la empecé a enamorar,  la iba a traer al trabajo y luego empezamos a andar.

Una vez la fui a traer a restaurante del Boulevard de los héroes, salía a las 10 pm, en ese tiempo todavía pasaban buses.

Y caminando hacia la parada nos salieron dos muchachos con cuchillo para asaltarnos.

YO vestía la chumpa que me regaló mi primo Bigote, esa chumpa tiene una historia digna de una novela o película, bueno esa es otra onda. La cosa es que me les enfrenté y con la chumba le agarré el cuchillo a uno y vino el otro me tiró una patada que me echó al suelo. En el suelo recogí un ladrillo y se lo tiré al que tenía el chuchillo.  Bueno la cosa es que salieron corriendo por un  pasaje, y encontré otro pedazo de ladrillo y se los tiré mientras escapaban.

Salvo de esos incidentes, a veces no tan cotidianos; en esa época San Salvador, era bien bonito, se podía andar de la mano por el centro y en la noche, ir al cine, Frijolitos Carlota, la pata de  la vaca, Bella Nápoles, fuente de sodas de farmacia central, cafetería La corona,  y luego los cines populares: Apolo, Libertad, Fausto, Regis, Roxy, Cinelandia.

Cuando formalizamos la arrejuntada, la noticia no fue tan  grata, mi mamá me recriminó, pues era un poco mayor y además madre soltera. Y lo peor cuando se dió cuenta la mesonera Niña Paca, nos cortó la luz.  

Así que fue un poco complicado.

Después alquilamos un cuarto (que ella pagaba) sobre la 13 calle, a la orilla del  rió Tutunichapa, donde se pasaba a la colonia El Bosque y al otro lado estaba una escalera de madera para llegar a dicha colonia.

Allí pasamos unos meses, ella me alivianaba, me llevaba a cenar y me consentía sobremanera.  Fueron tardes y noches de intensidad y amor. 

Recuerdo los b i g m:a:c, los espumosos y el pan con queso derretido. Siempre me llevaba, y los disfrutaba, estos alimentos estaban vedados para los sueldos de un ordenanza que era yo, en ese tiempo.

A veces no llegaba temprano y yo celoso le hacia el drama en ocasiones hasta violento, que siempre terminábamos haciendo el amor.

Una vez me llevo a un almacén cerca del Lutecia, un señor que estaba en la caja registradora, me imagino el dueño (un árabe), ella lo saludó y me presentó  como su prometido, novio, esposo, amante, etc. Me imagino que para darle celos.

Ella guardaba con gran celo y cuidado, un papel arrugado con una letras que era una poesía de proclamación que le habían leído cuando fue candidata a reina allá por el cantón Plan del Pino de donde era originaria.

Una vez le dije que había escrito un poema de amor, este poema no era para nada original sino que era unas copias burdas del poema 20 de Pablo Neruda con otros verbos inventados y copiados pero es ese poema que dice: la besé tantas veces bajo el cielo infinito, ya no la quiero es cierto que tal vez la quiera o aquél puedo escribir los versos más tristes esta noche, mezclado con en noches como estas la tuve entre  mis brazos…la noches esta estrellada, nosotros de los de entonces….

 Pues bien, había hecho una especie de ensalada con verbos y versos y quedó bonito el mosaico y en una de esas noches de besos y abrazos se lo declamé y le dije que lo había escrito pensando en ella y ella muy conmovida y agradada, ese noche comí conejo….especial. 

Ahora lo que pienso cuando entregué los tenis y llegue si es que llegó, donde San Pedro y me diga Jaja!! cabroncito aquí aparece que vos plagiaste a Pablo Neruda por un polvo.

 Y entonces si me voy a c**a**gar

Otra noche preso de los celos enfermizos y ante su ausencia, la fui a buscar al cuarto sobre la 13 calle.  Y ví las luces encendidas del pasillo de la casa.  Entonces me fui por atrás, allí había una especie de desagüe que daba a la orilla del río, al llegar al lindero de la casa, ví a un joven sospechoso, le hablé y tranquilo me dijo que estaba esperando a alguien, entonces yo me trepé por el muro de ladrillos, arriba habían unas celosías que permitían  mirar hacia la casa y allí observé que ella estaba departiendo unas cervezas con otras personas.

Colgado de la pared estaba, cuando apareció un hombre con un machete en la mano, parece que era el vigilante y sin esperar, nos gritó y arremetió contra el joven que estaba parado viéndome, soló vi que blandíó el machete. Ahora que lo pienso, creo que  era mañoso ese joven.



Aterrorizado, me solté de la pared y salté por el desagüe, y corrí sin para hasta llegar al parque, de la que me salvé…..   

La relación se fue descomponiendo, sus salidas, mis celos  y otros compromisos…….., el triste destino de muchachos que desorientados por la vida y los deseos; no llegan a alcanzar la plenitud ni la paz de una pareja, y van probando y cayendo y rompiendo.

Hay muchas aristas en esas circunstancias, con el tiempo he llegado a la conclusión que no podemos juzgar, pues, cada uno tiene sus zonas obscuras, sus traumas y también sus cualidades y sueños.  

Con los años la ví trabajando como cajera en Vidrí del centro, bromeando, le consultó a su compañera si conocía a un tal Milton, sonriendo frente a mí. Siempre guapa.

Luego supe que viajó a USA.

 

 

lunes, 13 de octubre de 2025

La noche de la Red Point

 


Corrían los últimos años de los setenta, cu
ando San Salvador todavía tenía alma de pueblo grande.

 Las calles olían a pan francés recién salido del horno, a gasolina de bus viejo y a serenata de trío mal afinado. Las noches eran más oscuras, pero también más sinceras.

La musica psicodelica llenaba los radios, en diferentes etapas. 

La moda hippie se mezclaba con movimientos sociales, amor y paz, no a la guerra, amor libre, eran las consignas de los jóvenes. 

Carlos estudiaba en la Universidad Nacional y soñaba con cambiar el mundo... o al menos con pasar cálculo diferencial. 

Su amigo inseparable era el Chino, un ordenanza flaco y vivaz que trabajaba en un periódico local, donde aprendió a leer los titulares antes que el café estuviera listo.

Eran inseparables. Cada viernes se juntaban en una banca del parque Centenario, con la quincena a medio gastar y la cabeza llena de teorías: desde cómo enamorar a las hermanitas de la pupusería, las secretarias del banco, las visitas a la "cara de caballo" hasta cómo lograr que el bus no se quedara sin frenos o no hechara humo.

Aquel viernes fue distinto. El Chino llegó emocionado, con los ojos brillando como si hubiera descubierto América.


—¡Mirá, vos, Carlos! —dijo mientras sacaba un paquetito envuelto en papel periódico—. Me cayó una cosa buena, importada. Esta la venden allá por la calle Castillo.



Dicen que la fumás y ves la vida en tecnicolor.


—¿Y esa de cual es? —preguntó Carlos, medio incrédulo.


—Se llama Red Point, suena fino, ¿no? Igual que las camisas que hacen allá por Mejicanos. Si las camisas son buenas, la hierba ha de ser de primera.

Carlos dudó, pero el espíritu universitario —y la curiosidad juvenil— le ganaron. Caminaron por la 12 avenida,frente donde fue la LOMA, buscando un rincón tranquilo donde nadie los viera filosofar.

Rolaron la cosa y ….Entre bocanada y bocanada, el aire se fue volviendo más liviano, el cielo más grande y las carcajadas más sabias.

—Mirá, vos, el poste se está moviendo y me llama —dijo el Chino.
—No, es que vos estás bailando —le contestó Carlos, aguantando la risa.

Decidieron seguir caminando, cuando a lo lejos vieron un local lleno de luces, música y gente entrando y saliendo con bulla. Era el sindicato de la IUSA, aquel edificio que antes había sido el famoso Mesón Buenos Aires, donde, vivian , “los peligros” . adelantado.

—Ha de ser velada artística —dijo Carlos—. Entremos, a ver si hay pan con café o al menos algo pa’ ver.
—Si hay música, que suene —respondió el Chino, que ya flotaba a tres centímetros del suelo.

Cabe decir que en dicho local celebraban, fiestas rosas, casamientos, bautizos y los muchachos del barrio aun sin ser invitados llegaban de “paracaídas” a disfrutar de las comidas, bebidas y bailes. (sin ser invitados formalmente)

Entraron. El lugar estaba a reventar. Había muchachos de pelo largo, muchachas con blusas artesanales y unos tipos haciendo malabares con antorchas. Un grupo de teatro hacía parodias sobre la vida nacional, y el público se moría de la risa. Carlos se carcajeaba con cada chiste, mientras el Chino miraba fascinado el humo de las velas como si fueran estrellas fugaces.

La noche avanzaba bonita, alegre, tranquila… hasta que, al final, las luces bajaron y salió una muchacha, que momentos antes hacía de payasita, apareció con boina vasca y  con un tambor grande. Empezó a tocar una marcha, y los demás artistas salieron cantando:

“De pie cantar, que vamos a triunfar,
avanzan ya banderas de unidad…”

Era la canción de Inti Illimani, “El pueblo unido jamás será vencido.”

Carlos y el Chino se quedaron viendo, primero curiosos, luego algo asustados.
El público entero se paró, levantó el puño izquierdo y empezó a corear con fuerza:
—¡El pueblo unido, jamás será vencido!

Y de pronto salieron banderas rojas, pañuelos, consignas.
El ambiente se volvió encendido, casi revolucionario.


Carlos susurró al Chino:
—¡Vos, creo que nos metimos a un mitin comunista!
El Chino, con la mirada fija en el tambor, solo dijo:


—¡Shhh! Dejá que terminen de cantar, tal vez después reparten atol shuco.

Pero no hubo atol. Hubo sirenas.


Allá afuera, empezaron a escucharse los ruidos de motores y los gritos:
—¡Disuélvanse, disuélvanse!

Los dos amigos, medio elevados y medio asustados, intentaron salirse entre la multitud. Tropezaban con las sillas, pedían permiso, se disculpaban con los que alzaban pancartas. En un momento, alguien los abrazó y les gritó:
—¡Compañeros, no se vayan, la lucha apenas empieza!

Los dos intentaron salirse discretos, pero entre tanta bulla y el efecto de la Red Point, parecían dos pingüinos en procesión. Tropezaban con las sillas, pedían permiso, y otros les  gritaban:
—¡Compañeros, no se vayan, la lucha apenas empieza!

—¡La mía ya empezó, y es para llegar al parque! —dijo el Chino, agarrando a Carlos del brazo.

Ya afuera, las sirenas de la Guardia sonaban a lo lejos

Salieron como pudieron, esquivando la bulla, las luces y los uniformes que ya se veían en la esquina. Corrían sin rumbo fijo, con el corazón en la boca y las piernas torpes.

Carlos y el Chino salieron corriendo hasta el parque, jadeando, sudando y con los nervios de punta. Se sentaron en una banca, viendo las luces rojas perderse en la esquina.

Al llegar al parque se dejaron caer en una banca, cerca de la cancha y respirando como dos corredores de maratón.


—¡Qué noche, vos! —dijo Carlos, aún jadeando.


—Sí… —respondió el Chino, mirando el cielo—. Pero eso sí, la Red Point está buena, te hace ver hasta la revolución en colores.

Carlos se rió, nervioso.


El Chino se quedó pensativo un rato, y de pronto exclamó:

—Mirá vos, Carlos… ¿y si en vez de marihuana era incienso del sindicato?

Carlos se dobló de la risa.


—¡Pues si era incienso, funcionó mejor que cualquier misa!

Y ahí quedaron los dos, tirados de risa en la banca, mientras las sirenas se alejaban y el viento nocturno les traía el olor a pan dulce y libertad.

martes, 19 de agosto de 2025

El día que Calín Peligro se volvió botánico

 



Aquella noche, como tantas otras en los gloriosos años setenta, el

aire olía a humedad, a cuero gastado, los LONGPLAY giraban más que los

pensamientos.


Era una noche espesa de humedad y rock, y el grupo heavy, como le

decíamos por costumbre (aunque la mitad ni tocaba un instrumento) y a

ese inconfundible aroma de mota (de la  verde limón) con eco de Led

Zeppelin-Montón de amor. Y para los aprendices de hippies LAS NOCHES

DE BLANCO SATIN.


Todos los sospechosos de siempre, melenudos, pantalones de  poliéster,

zapatos de plataforma (fiados en el módulo),  estábamos en la fuente

central del parque Centenario, donde antes hubo una estatua de un

cipote desnudo orinando con elegancia clásica, y ahora solo quedaba el

pedestal, pupú de  paloma  y una bolsa de CHURROS flotando.


Éramos legión: Juan Lagarto, el único que podía quedarse quieto

durante un viaje astral. Rolo, que no hablaba mucho pero cuando lo

hacía parecía que recitaba en verso. El Chino, experto en liar

puros con SU MANO IZQUIERDA y la derecha agarrando la peche trini.

Gamezán, que cada vez que se colgaba hablaba de una conspiración del

Vaticano para esconder ovnis en el Amazonas. Bigote, que llevaba el

mismo bigote desde el 60  y decía que sin él perdía la identidad

familiar. Murmullo, que solo hablaba cuando nadie lo miraba. Chobeta,

que nunca traía nada pero siempre caía con hambre, para mantener sus

músculos. Choco Arturo, el poeta frustrado que escribía versos con

cenizas sobre los ladrillos del parque. Y el Cacho, que tenía el

negocio del menudeo y cara de sospechoso de siempre.


Y ahí apareció Peligro.


Vestía camisa floreada, pantalón acampanado, y traía bajo el brazo un

diccionario de plantas medicinales que parecía robado del consultorio

de un herborista. Nos miró con esa seriedad que solo un alumno de

primera semana en areas comunes de la U,  puede tener, y dijo:


 —"Lo que ustedes fuman", dijo abriendo el diccionario con solemnidad

de cura en misa, "no es droga. Es Cannabis sativa. Así, con nombre

científico y todo".


 Con denominación científica y propiedades terapéuticas. Esto que

hacemos… es herboristería popular autogestionada”.


Hubo un silencio. No por respeto, sino porque todos estábamos tratando

de pronunciar sativa sin escupir.


Rolo se atragantó con el humo. Juan Lagarto lo miró fijo, como si

intentara descifrar si Peligro hablaba en serio o había mezclado mota

con el libro de Ciencias Naturales de cuarto grado.


Peligro se acomodó los lentes, que ni necesitaba, y explicó que ahora

no era un simple pusher: era un "agente distribuidor de conocimiento

cannábico". Que lo que hacíamos no era "quemar uno", sino "liberar

propiedades terapéuticas de la flor resinosa mediante combustión

controlada".


—“¿O sea que ahora somos farmacéuticos?” —preguntó Bigote, mientras

desenrollaba un papel que decía "Corintios 12:24 ".


Peligro asentía. Hablaba de la estructura molecular del THC como si

estuviera por rendir en el laboratorio de ciencias de la U.


Mostró un dibujito de una flor en cruz que juró era de un herbario suizo.


Peligro seguía, convencido, con una pasión que mezclaba Che Guevara y

profesor de ciencias naturales. Sacó un purito, lo prendió, lo pasó, y

al llegar al último toque dijo:


—“Este momento… este instante… esta última fumada… es la entrega final

de la experiencia botánica compartida”.


—“La bacha no es una miseria, es la condensación de saber ancestral. Y

el super… el super es el momento místico de la entrega tribal.


“La comunión del humo, tal como lo explica según dicen los códices

pipil-lenca de la Calle castillo, donde el chamán EL GALLO, lo

explica.”


Murmullo, preguntó si eso se podía decir frente a los juras.


Chobeta se rió tanto que se le cayó el plato de yuca sanchochada, que saboreaba.


 El Chino, sin decir palabra, prendió otro y lo pasó con una

reverencia budista.


Gamezán se convenció de que todo esto lo había predicho una

civilización maya extinta. Y Cacho, que venía lento por un puro lleno

de mozote que se dio antes, dijo con voz de monje español:


—“Yo sabía que esto era más que vicio, loco… Es una ciencia exacta,

como el horóscopo.”


Y ahí estábamos, una vez más, en plena ceremonia al pie del pedestal

huérfano, compartiendo humo, filosofía callejera y palabras que

sonaban a enciclopedia olvidada.


Peligro se fue temprano esa noche, diciendo que tenía que secar unos

cogollos en una caja de zapatos con arroz. Lo miramos irse como se

mira a un gurú raro, con algo de ternura y mucho de risa contenida.


Se quedaron  bajo la luna, que parecía más grande de lo normal, hasta

les hacía “ojitos” o capaz era solo el sativa,  haciendo efecto.


El Choco Arturo escribió con un palito sobre la tierra mojada:


"No es puro, es botánica.

No es bacha, es herencia.

No es super, es entrega.


No es vicio… es ciencia."


Y todos asentimos, como si acabáramos de entender el universo.


Aunque al final, igual le seguimos diciendo:


¡Hey!!  ¿que onda , men?,


-         "jálale por la  nariz y que no se te escape el humo".

jueves, 17 de julio de 2025

LA REVOLUCION CUBANA  26 DE JULIO DE 1958 




Década de 1960, la Revolución Cubana (1959) generó una profunda polarización de opiniones en América Latina, oscilando entre la admiración y el desprecio. Este fenómeno político sacudió los cimientos tradicionales y tuvo un impacto multifacético en la región.


Admiración e inspiración

Para muchos sectores, especialmente la izquierda latinoamericana, movimientos estudiantiles e intelectuales progresistas, la Revolución Cubana fue un faro de esperanza y un modelo a seguir.

  • Antimperialismo y soberanía: Cuba demostró que era posible desafiar y derrocar a un régimen respaldado por Estados Unidos, lo que resonó profundamente en una región con una larga historia de intervenciones extranjeras. La "Primera Declaración de La Habana" de 1960, por ejemplo, fue una fuerte declaración de resistencia.

  • Justicia social y nacionalismo: Las medidas revolucionarias como la reforma agraria, la nacionalización de empresas extranjeras, las campañas de alfabetización y la creación de sistemas de salud y educación gratuitos, eran vistas como un camino hacia una mayor igualdad social y autodeterminación nacional.

  • Inspiración para movimientos armados: El éxito de la guerrilla castrista en la Sierra Maestra inspiró la formación y el crecimiento de movimientos guerrilleros en casi todos los países latinoamericanos, como los Sandinistas en Nicaragua o el FMLN en El Salvador. La idea del "foquismo" de Che Guevara, que sostenía que pequeños grupos guerrilleros podían encender una revolución, tuvo gran influencia.

  • Despertar de la conciencia política: La Revolución Cubana fomentó un debate intenso sobre las perspectivas de la revolución y las alternativas políticas, redefiniendo las tácticas y estrategias de los partidos políticos en la región.


Desprecio y temor

Por otro lado, la Revolución Cubana también generó profundo temor y rechazo, especialmente entre las élites tradicionales, los gobiernos conservadores y las dictaduras militares, así como en Estados Unidos.

  • Miedo al comunismo: A medida que Cuba se alineaba con la Unión Soviética y adoptaba un carácter socialista, muchos vieron esto como una amenaza directa a sus intereses y al statu quo. La Guerra Fría se intensificó en América Latina con la presencia soviética en el hemisferio.

  • Reacción y represión: El temor a "otra Cuba" llevó a una ola de represión estatal en varios países latinoamericanos, a menudo con el apoyo de Estados Unidos, que buscaba contener la propagación del comunismo. Las dictaduras militares en la región se fortalecieron, presentándose como baluartes contra la influencia cubana.

  • Ruptura de relaciones y aislamiento: Muchos gobiernos latinoamericanos, influenciados por la presión de Estados Unidos, rompieron relaciones diplomáticas con Cuba e iniciaron un bloqueo económico. Aunque hubo excepciones, como México, que mantuvieron una postura de no intervención, la tendencia general fue el aislamiento de la isla.

  • Críticas a la falta de libertades: A pesar de los logros sociales, las críticas sobre la consolidación del poder, la centralización de la prensa y la ausencia de libertades políticas en Cuba también generaron desprecio y decepción en algunos sectores que inicialmente habían apoyado la revolución.


En resumen, la Revolución Cubana fue un evento que polarizó a América Latina. Por un lado, encendió la llama de la esperanza y la inspiración para el cambio social y la soberanía en amplios sectores de la sociedad. Por otro, desató el pánico y la represión en las élites y gobiernos, que veían en Cuba una amenaza a su poder y al orden establecido, en un contexto de intensa Guerra Fría.



¡La Revolución Paga, y Pedro Urdemales !

Andaba nuestro Pedro Urdemales, más flaco que el ayuno de un fraile y con la tripa rugiendo como león enjaulado, por las calles polvorientas de la ciudad.

 El sol pegaba como patada de mula, pero a Pedro el calor no le importaba tanto como el frío de su panza. 

Tenía los bolsillos más vacíos que promesa de político y el hambre le bailaba una cumbia por dentro.

De repente, sus ojos, que para lo bueno y lo malo siempre estaban alertas, se posaron en la ventana de un comedor, de esos que huelen a carnita asada. Y lo que vió le encendió una bombilla, no la del foco, sino la de la animalada más pura y descarada.

Adentro, sentados a la mesa, había unos cuantos tipos con unas barbas que harían envidiar a Rasputín. Comían y bebían como si el mundo se fuera a acabar, pidiendo manjares que a Pedro solo se le antojaban en sueños. 

Cuando el camarero, con su libreta en mano, se acercó para el pago de la cuenta, los barbudos, con gran  vozarrón  y acento cubano que retumbaba, soltaron en coro, con ademán teatral y tocándose el tupido mostacho: "¡La Revolución Paga!" Y el mesero, ni corto ni perezoso, se cuadró y se fue con la cuenta vacía.

Poco después, otro grupo, igual de barbudo y con el mismo aire de importancia, entró al banquete. Se atracaron hasta reventar, y al final, con la misma cantaleta, exclamaron: "¡La Revolución Paga!" Y otra vez, el mesero, con una sonrisa de oreja a oreja, les dio el visto bueno.

Pedro, que no tenía ni un pelo de tonto (ni de barba, para ser exactos), se sobó la barbilla inexistente. "¡Ajá!", pensó con esa malicia que solo los desocupados de oficio cultivan, "aquí hay gato encerrado, y yo me voy a comer al ratón".

Así que, con el desparpajo que lo caracterizaba, se armó de valor y se metió al restaurante. Se sentó en una mesa como si fuera el mismísimo dueño del establecimiento y, con la voz más impostada que pudo, pidió: "¡Tráigame un banquete, camarero! De lo mejor, y que no falte la bebida para regar este gaznate seco." El mesero, acostumbrado a las extravagancias de la clientela, tomó nota sin chistar.

Pedro se dio un festín que ni en sus mejores fantasías. Se comió hasta los bordes del mantel, si se los hubieran servido. Cuando ya no le cabía ni un alfiler en la tripa, llegó el camarero con la cuenta, más larga que la cuaresma.

Pedro, con el alma henchida y el estómago contento, miró al mesero con una sonrisa de medio lado y, poniendo la mano en el pecho con solemnidad, sentenció: "¡La Revolución Paga!"

El mesero, que ya se las sabía todas, y al ver a Pedro sin un solo pelo en el mentón, le espetó con el ceño fruncido y voz de trueno: "mamierda!!""¡señor! ¡Usted no lleva barba!"

Pedro, sin perder la compostura ni un ápice de su picardía, se levantó un poco del asiento, se desabrochó el cinturón con una parsimonia que desesperaba, y mientras el mesero miraba con curiosidad, se bajó un poco el pantalón, justo lo suficiente para mostrar un atisbo de su vello púbico.

Luego, con una sonrisa aún más ancha y un guiño cómplice, le murmuró al oído al sorprendido camarero: "Es que soy de la secreta."






jueves, 26 de junio de 2025

La Aventura de Vanesa y Brayan

 

 


En una fábrica colorida y bulliciosa en Yogyakarta, Indonesia, el olor a aceite quemado, las máquinas calcetineras, apuraban los pedidos de las grandes naciones,  los países desarrollados que necesitaban las prendas para lucir su esplendor y bonanza.

Los operarios corrían apresurados, alimentando las calcetineras con los colores adecuados y las medidas precisas.

 Las maquinas movían  los hilos en formas circulares a fin de confeccionar los calcetines de primera categoría. Las marcas irían después, es el complemento que le da el prestigio a la prenda.

 Y así en medio del rechineo de las máquinas, los agitados pasos de los operarios, las miradas vigilantes de los supervisores, nacieron dos calcetines:

Izquierdo-derecho, hembra y macho, arriba y abajo, revés y derecho.

 Eran del mismo lote, misma tela, mismos colores: azul marino con rayas celestes, todo parecía normal, eran productos de fábricas del tercer, para ser vendidos en el primer mundo, en tiendas de lujo.

 Pero no podían ser más diferentes.



 Vanesa era estirada, perfeccionista, se enorgullecía de sus costuras rectas y de su forma impecable. —“¡Seremos los mejores calcetines del mundo, pero solo si no nos arrugamos nunca!”— repetía, ajustando su elástico con vanidad.

 Brayan, en cambio, era un soñador. Soñaba con escapar de las cajas, ver el mundo más allá de los pies, y hasta con volar. —“¿Te imaginas viajar en mochila por el Himalaya? ¿O rodar por la alfombra roja en Hollywood?”— susurraba mientras ella lo ignoraba.

 Los empacaron juntos. ¡Qué horror para Vanesa!

-       Mirándolo de reojo ¿Con este deshilachado de ideas?”

 Y así fueron enviados viajando en confortables paquetes, desde el medio oriente, pasando por el estrecho de Ormuz, pasando por las respectivas aduanas, identificados por los Qrs universales, a una tienda elegante de una prestigiosa cadena, en Los Angeles, USA, donde costaban treinta y cinco dólares el par. “Exclusivos”, decía la etiqueta.

 Y para beneplácito y satisfacción de Vanesa, colocados en el lugar  preferencial de los calcetines.

 Vanesa se deleitaba viendo la clientela, portando las prendas de moda, marca y precio que les daban prestigio y elegancia, y sobretodo para las promociones, donde la gente se aglomeraba en medio del ruido y la urgencia a que le cobraran y empacaran sus pedidos. .  

 Un día, un joven con gafas redondas y una mirada amable después de examinarlos con atención, los compró.

 Era seminarista de origen polaco y pronto los empacó junto a sotanas, libros y un rosario. Su destino: una institución católica en El Salvador.

 Los calcetines no entendían nada.

Pasaron de un cajón pulcro a una mochila desordenada, de la ciudad de  Los Ángeles a las comunidades eclesiales de base.

 A un lugar donde las lluvias tropicales y el sol abrazante son cotidianas.

 El seminarista, entregado a su ministerio, pronto sintió que todo lo que necesitaba era unas sandalias y unas sotana, pues descubrió y sintió que había mucha necesidad en la comunidad.

 Entonces, donó ropa a una fundación de utilidad pública.

 En fin, que Vanesa y Brayan, terminaron en unas pacas mezclados con toda clase de ropa usada y de media vida.

 Luego fueron a para a unas grandes tiendas de ropa usada llamadas , SHOPIN PLUS PACAS-  versión El Salvador , en donde fueron separados y colocados en lugares estratégicos y vistosos.

  Un licenciado con gusto peculiar, acostumbraba a visitar estos lugares, pues de acuerdo a su experiencia, se podían encontrar prendas de vestir de marcas a precios bien accesibles, aunque con ligeros detalles causados por el uso.

 Cuando vió el par de calcetines, le gustaron y compró varias  cosas… incluyendo a Vanesa y Brayan.

 —“¿Otra vez juntos?”— gruñó Vanesa.

 —“¡Quizás esta sea nuestra oportunidad de ver el mundo!”— dijo Brayan, ilusionado.

 Pero los días fueron difíciles. El licenciado los usaba para ir a la oficina, para correr, para caminar por el centro de San Salvador, luciéndolos con shores y calzonetas.

 Y así cada noche… peleaban en la cesta de ropa sucia.

 —“¡Tu talón está lleno de barro!”— chillaba Vanesa.

 —“¡Y tú ni siquiera sabes disfrutar el olor a tierra mojada!”— respondía Brayan.

 Una mañana, mientras eran lavados a mano por la La niña Paca,  que le ayudaba al licenciado,  ella, maltraba la ropa, pues era muy poca la paga y la calidad del jabón no era la que le gustaba.

 Los calcetines los estiraba y medio los enjuagaba, tirándolos en los alambres del patio.



Brayan sintió una brisa fresca. Era su momento.

 —“¡Vanesa! ¡Voy a vivir la vida que merezco!”— gritó, y con una voltereta maestra se soltó del alambre. Cayó en el patio y rodó como bola de algodón hasta llegar al jardín.

 Con el menor ruido y camuflageado,  notó que Nadie lo vio.

 Vanesa, desde el alambre, sólo suspiró: —“¡Qué insensatez! ¡Qué falta de compromiso con el par!”—

Echándole una mirada fría y con reproche, lo ignoró.

Pero Brayan rodó y rodó, se escondió en un arbusto, pasó días viajando en la suela de un zapato ajeno, de un indigente que merodeaba por toda la ciudad, este después se deshizo de el tirándolo en una ventana, allí vivió bajo un pupitre escolar de una escuela cantonal, acompañó un picnic y fue llenado con aserrín para actuar como títere de un niño. 

Roto, pero feliz, se sintió por fin libre.



Vanesa, en cambio, fue olvidada en un cajón oloroso a  criolina. Y aunque no lo decía, a veces suspiraba por aquel compañero fastidioso que la hacía reír cuando menos lo esperaba.

El par de calcetines de  color azul marino con rayas celestes más disparejo de Indonesia: ella, la perfecta; él, el soñador.

 Tal vez no nacieron para estar juntos… pero cada uno, a su manera, encontró su destino.




lunes, 24 de marzo de 2025

Años 30 . Postura de Don Alberto Masferrer con respecto a cadidatura Prudencia Ayala

 



Prudencia Ayala y Alberto Masferrer son dos figuras clave en la historia de El Salvador durante la década de 1930, aunque sus trayectorias y enfoques fueron distintos, ambos influyeron en el pensamiento y la política de su país en ese periodo.


Prudencia Ayala (1894-1971)

Prudencia Ayala fue una escritora, activista, y feminista salvadoreña conocida por ser la primera mujer en postularse a la presidencia de El Salvador, en 1930. Su candidatura fue un acto simbólico de lucha por los derechos de las mujeres en un contexto en que las mujeres no tenían ni derecho al voto ni una representación política significativa. Ayala, además de su activismo político, se destacó por su trabajo como escritora, enfocándose en temas de justicia social, derechos de las mujeres, y la desigualdad. A pesar de que su candidatura fue rechazada por el sistema electoral (donde solo podían votar y ser votados los hombres), su figura representó un desafío a las normas de género establecidas en ese entonces.

Alberto Masferrer (1868-1932)

Alberto Masferrer fue un intelectual y pensador social de El Salvador, conocido principalmente por sus contribuciones al pensamiento social y político en el país. Masferrer es considerado uno de los precursores del "socialismo" en El Salvador, aunque su visión era única y no se alineaba con las corrientes marxistas tradicionales. Abogó por una "revolución social" para mejorar las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas, y su obra más importante es "El hombre y su dignidad" (1929), donde plantea la importancia de la dignidad humana frente a las injusticias sociales. Su enfoque era una mezcla de humanismo cristiano y la crítica a las estructuras sociales desiguales. Masferrer también fue periodista y promovió la idea de una reforma social que incluyera la justicia para los obreros y los campesinos.

Relación entre Prudencia Ayala y Alberto Masferrer

Aunque ambos fueron figuras importantes de la misma época, sus trayectorias y enfoques eran bastante diferentes. No hay evidencia de una relación personal o directa entre ellos, pero se puede decir que ambos compartían una preocupación por la justicia social en El Salvador.

  • Prudencia Ayala se enfocó principalmente en la lucha por los derechos de las mujeres, desafiando las normas de género y luchando por la inclusión política y social de las mujeres en una sociedad dominada por hombres.
  • Alberto Masferrer, por su parte, centró su pensamiento en la justicia social y la mejora de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la sociedad, aunque su enfoque era más general y no específicamente feminista.

Ambos tuvieron en común una crítica al sistema social y político de la época y un deseo de cambiar la realidad del país, aunque sus visiones y métodos fueron diferentes. Sin embargo, la figura de Ayala como mujer que desafió el sistema y la de Masferrer como intelectual reformista podrían haberse cruzado de alguna manera en el ámbito de las ideas de cambio social.

Conclusión

Prudencia Ayala y Alberto Masferrer fueron figuras de gran relevancia en El Salvador durante los años 30, pero no parece haber una relación directa entre ellos. Cada uno, desde su perspectiva, buscaba contribuir al cambio social, pero a través de diferentes medios y enfoques. Ayala centró su lucha en la equidad de género y la participación femenina en la política, mientras que Masferrer promovió una visión más amplia de la justicia social.


Es cierto que Alberto Masferrer fue una figura influyente en El Salvador durante los años 30, y su labor como intelectual y periodista tuvo un gran impacto en la política y la sociedad salvadoreña. En cuanto a si Masferrer apoyó la candidatura presidencial de Prudencia Ayala en 1930, la respuesta es algo más compleja.

Masferrer dirigía el periódico "PATRIA", que en ese entonces era uno de los más importantes del país. Aunque Masferrer promovió muchas ideas progresistas en sus escritos, su relación con la candidatura de Ayala no fue de un apoyo abierto o explícito.

La postura de Masferrer sobre la candidatura de Prudencia Ayala

Masferrer, aunque promovía la justicia social y los derechos de los obreros y campesinos, no estaba particularmente alineado con el feminismo de Prudencia Ayala ni con su lucha por los derechos políticos de las mujeres. Es importante considerar que Masferrer no era un feminista en el sentido estricto de la palabra, y aunque sus ideas sociales podrían haber coincidido con algunas de las preocupaciones de Ayala, él no se identificaba completamente con la causa de la igualdad de género de la misma manera que Ayala lo hacía.

De hecho, aunque Masferrer defendía la justicia social y los derechos humanos, no apoyó activamente la candidatura de Ayala. Él, por el contrario, tenía una visión más conservadora respecto al papel de las mujeres en la política. Masferrer no creía que las mujeres deberían ocupar cargos tan altos como la presidencia en ese momento, y aunque sus escritos a menudo cuestionaban las injusticias sociales, no estuvo a favor de un cambio tan radical en lo que respecta a la política de género. De hecho, Masferrer no apoyó la idea de una mujer como presidenta, considerando que el papel de la mujer debía ser más bien en el ámbito familiar y social.

El contexto político de la época

En los años 30, El Salvador vivía una fuerte polarización política y social, y la figura de Prudencia Ayala, al postularse a la presidencia, representaba una posición que desafiaba no solo el orden patriarcal, sino también el sistema político y electoral de la época, el cual era muy restrictivo para las mujeres. En ese contexto, muchos pensadores, incluidos intelectuales como Masferrer, no veían con buenos ojos una candidatura femenina.

Conclusión

Aunque Masferrer promovió algunas ideas progresistas en cuanto a la justicia social y el bienestar de los sectores más desfavorecidos, no apoyó la candidatura presidencial de Prudencia Ayala. Aunque él dirigía un periódico importante en ese entonces, su postura frente a la candidatura de Ayala fue más bien conservadora, y no hay evidencia de un apoyo directo hacia su campaña presidencial. Sin embargo, tanto Ayala como Masferrer compartían una preocupación por las injusticias sociales, aunque su enfoque en cuanto a la política de género y la participación de las mujeres en la política era muy diferente.