viernes, 20 de noviembre de 2009

Añoranzas noviembrinas


UN SEMIDIOS DEL Café




Los vientos de octubre nos estaban dejando y las brisas templadas de noviembre incursionaban en los aceitunos y almendros del beneficio. Las aves migratorias abundaban quizás contentas que la caterva de cipotes, casi todos hijos o nietos de los colonos,  no los iban a seguir persiguiendo con las hondillas, pues, la mayoría de éstos iban a trabajar en las instalaciones del beneficio. Los camiones nocturnos anunciaban el inicio de la temporada del café.

El ambiente se perfilaba alegre, bullicioso y las comadres se preparaban para una nueva temporada del beneficiado, limpia y exportación del café en oro, fase final del proceso.
Se preparaban las cuadrillas de trabajadores, muchos provenían del norte del país, otros de zonas remotas del litoral, todo una revolución del paisaje cotidiano, sereno y tranquilo que se vivía el resto del año.

Apareció como del rayo, tez cobriza intenso, camisa desbrochada y pantalón de dril azul, sombrero de palma de ala mediana, zapatos siete leguas de cuero volteado con las cintas desamarradas, sin calcetines, su talle era alto delgado, el pelo y la barba de tres o más días completamente blancas, insinuaban los frutos del mestizaje, rondaba probablemente los 60, caminaba pausado como sonámbulo y siempre en la mano izquierda retorcía un pedazo de papel, a veces el tiquete del bus que lo movilizaba de Moncagua a El Sitio, con el dedo índice mas largo que lo normal, dabas las indicaciones a cuadrillas de jornaleros, cual kikab moviendo los elementos. Era de poco hablar y gesticulaba con sus manos y dedos las instrucciones precisas en todas las actividades relacionadas.

Era el mandador de los patios, experto en dar el punto para la recogida del café pergamino seco que era descascarado y convertido en café ORO, el origen de su experticia, se sabía por rumores, venía de EL PLATANAR, pero que su infancia la había vivido en medio del cerro Cacaotique en Ciudad Barrios, hermanado y fundido en las fincas de café del norte de San Miguel.

El café es cortado manualmente en las fincas y se le llama UVA, el cual es despulpado en los beneficios y se convierte en café PERGAMINO. Las partidas de pergamino son enviadas mediante un sistema de canales metálicos, bombas y tolvas a los patios- pavimentados con ladrillo de barro- donde son esparcidos y removidos con el objeto de secarse al sol, hasta que da el punto exacto de deshidratación para el proceso del café ORO, que consistía en la remoción de la cáscara amarillenta endurecida, y un proceso de limpieza DE GRANO MALO Y BASURA, (limpia) dejando el grano de café pelado que adquiere un color verde esmeralda. Del café cortado en las fincas se separan los prematuros o verdes y generalmente se secan también el los patios y se convierte en café CEREZA, para consumo local, también del café que se cae de los arboles y que es PEPENADO O RECOJIDO DEL SUELO, se tuesta y se convierte en CEREZA.




La jornada empezaba a las siete de la mañana, lo primero era correr para buscar la mejor DIABLA, que era una tabla de un metro de largo por 30 cm. de alto con un lazo amarrado a modo de jineta la cual se usaba entre dos para desplayar y recoger las partidas del pergamino. Después de éste proceso se procedía a ararlo con el rastrillo durante el resto de la jornada, al final de la tarde 4 PM, de nuevo con la diabla se recogía en montículos piramidales de un metro de alto a lo largo de cada patio, cada montículo a un metro entre uno y otro, luego se cubrìa con sacos.

El trabajo se realizaba en parejas y con ritmo por lo que la selección del compañero era vital para soportar la monotonía y lo arduo de la faena, las afinidades giraban en torno a que se tuviese buena plática, buenos para trabajar, edad, compatibilidad de intereses, etc. Era muy importante pues de allí dependía el pasarla con relativa tranquilidad.

El sequito de kikab lo conformaban, Mariano, cuyo apodo Punche o cangrejo, era cascorvo y quizás de algún accidente el brazo derecho le había quedado torcido, al verlo por detrás cascorvo y con el brazo pando el apodo le quedaba de perlas. Era el caporal, asignaba las tareas y los puestos del día a día, seguía a kikab a corta distancia y además era el descodificador de todas las miradas, gestos y señales que èste realizaba en la jornada. A Mariano le tocaba andar espantando los jornaleros que se iban a esconder a los sanitarios o que se dormían en medio de los sacos, regañaba a todos por igual, enojado y serio, aunque a veces tenía posturas de gran hermano y buena onda, una vez hasta le vi y oí reír. Algunos de nosotros nos divertíamos jugándole a las escondidas, gozaba de poco respeto entre la majada de adolescentes irreverentes.

Caminando a la saga de éstos dos, iba CHALO, el apuntador, siempre bien vestidito, con su sombrero ala ancha, pantalón vaquero dentro de botas Cosmos y camisa cuadriculada, inconfundible con una tabla y lápiz para controlar las fechas, cantidades y estado de las partidas. Era hijo de Don Pedro un motorista del beneficio, tenía dos hermanas una bien bonita y otra menos bonita. Era jovial, ingenioso y amigable, buena persona, como bachiller, su sueño era optar a una beca en la ENA (Esc.nacional de agricultura).

En determinadas horas el séquito se paseaba por el beneficio y el ceremonial para la catadura de una partida de café pergamino era siempre así: kikab se paraba frente al patio y se quitaba los zapatos, luego caminaba por los surcos y escogía al azar un poco de café, lo descascaraba frotándolo con las manos, pasando los granos de una mano a otra, los soplaba al aire para deshacerse de las cáscaras, los miraba detenidamente durante segundos y luego masticaba algunos granos, después, se iba a otro lado y repetía la misma rutina dos o cuatro veces, luego si la partida estaba en su punto-justo ni húmeda ni seca- señalaba con el índice y volcaba la miraba hacia CHALO para que tomara nota de que esa partida había que levantarla y pasarla a proceso de café ORO.

Era divertidísimo ver a Mariano a escondidas imitando todos los gestos y muecas con el café que hacia kikab, sin el menor atisbo de la técnica especializada de éste, claro que comentaba, dándose aires, pormenores de que cuantos días le faltaban, que estaba húmedo, QUE AQUÍ QUE ALLÀ, etc. Ojala que un día haya aprendido porque de parte del mandador solo recibía señas, gestos y eventuales regaños.

El sol calcinante de oriente obligaba a cubrirse la piel lo más que se pudiera, yo usaba un sombrero estilo “cipitillo” y las camisas del instituto con tres estrellas allí llegaron a fenecer, a veces me ponía otra camisa encima.

Kikab prefería que el trabajo en los patios sobre el café se hiciera descalzo y por eso se contrariaba cuando TITO, hijo del chele AUGUSTO, jefe del beneficio, con un pequeño tractor ruidoso removía y colectaba el grano. Para el mandador el proceso de rastrillado debía ser silencioso, hermanado con el grano, con respeto y cariño, el grano respondía dando punto parejo y de calidad.

El final de la jornada siempre era alegre, kikab caminaba a la orilla de cada patio y con su índice iba señalando el trazo divino, donde se iban a recoger los granos, unos muchachos privilegiados le ayudaban corriendo sobre el café dejando marcado con sus pies la línea de control, luego salía corriendo a otro lado a espera turno para que le volvieran a indicar la posición. Los demás jornaleros empezaban a recoger el grano en orden a la línea marcada, era muy común hacer apuestas a ver quien terminaba primero, siempre había parejas locales-cipotada- que apostaban con el grupo de los chalatecos (jornaleros emigrantes de Chalatenango) y siempre perdían, pero era muy ameno.

El sueldo era de 2.50 de Colón diario, por ser temporada se trabajaba sábado y domingo, el día de pago junto a Chalo bajábamos a la ciudad y cenàbamos en la PUERTA DEL SOL o el MANDARIN, luego, ya en El Sitio, platicábamos largamente de sueños, cipotas, trivialidades y de los planes para el carnaval de san Miguel.

Un sábado dejé a Chalo en su casa y camine sobre la calle de acceso a la finca de Prieto, conocida como “Las vaquitas” a lentear una novia de ojitos, y me topé enfrente con un grupo de uniformados con unos jóvenes de civil amarrados, era la patrulla cantonal, la descalza, me gritaron: NO TE VAYAS A CORRER!!!.

2 comentarios:

GARROBO dijo...

Esa Puerta del Sol, aun se encuentra ahi. Tito, se la paso un buen tiempo en los Angeles.
El papa de el Don Agusto, aun vive.
La descalza ya no existe
El Zaprivas ya no existe.
Quien era ese Maitro entrenador de ese equipo parece que era el catador?
Me gustaria saber si este Post continuara?......Saludos Don Milton

GARROBO dijo...

Parece que ese entrenador era un Mentado Magaya, hai ta vivito el maitro.

Que recuerdos hai anduve en el Sitio barriendo con Juan Cayte y el patio 25 hai donde ponian ese cafe que parecia pulpa como le llamaban?