lunes, 25 de enero de 2016

LA MILA


La noche no presagiaba nada extraordinario, los cipotes correteaban alegres por los columpios, en donde sobresalía siempre la voz sonora y chillona de su líder foncho, el muchacho rubio, baby face, hermano de Camano, uno de los menores de la majada grande, ambos hijos de un gran señor muy respetado, simpático y muy amigo de todos.

 Nosotros como todas las noches comunes nos apretujábamos alrededor de pichota y caliche que eran como los lugartenientes del parque, los cuales se intercambiaban bromas y manejaban las diferentes situaciones administrativas y juveniles. Nos acompañaban la luna, las estrellas, las tenues luces del parque dibujaban poco tímidas las siluetas.

 El dueto no dejaba de ser gracioso, pues el uno era pura vanidad, fuerza, elegancia a pesar de los patrones culturales de la belleza, Pichota, era moreno, tirándole a prieto, pero sus facciones eran mus armonizadas, su musculatura era prominente en comparación de los demás, pasaba mucha parte del tiempo quitándose el mechón que le caía sobre su cabeza, el cual peinaba permanentemente con un peine negro, sus comentarios casi siempre era órdenes. 

Caliche en cambio, era el alter ego de pichota, lo bromeaba y le hacía ver las ridículas que eran algunas de las posturas o poses de pichota, en más de alguna ocasión actuaba como abogado de los débiles y sus opiniones eran acertadas. Físicamente era muy ágil e inteligente, su figura estilizada le daba ventajas para el juego y en combinación de sus ojos claros para conquistar féminas.

Toda la temática era banal, ligera, que tenía que ver con cosas triviales, música, modas y las cosas que son importantes para el mundo, las cosas superficiales. Los demás miembros de la majada éramos participantes de toda la actividad.

Esa noche temprano era como de costumbre, pláticas ligeras, unos tiritos de básquet en la cancha, comentarios de los torneos estudiantiles, la estructura física de las novias y amigas y los comentarios acerca de los temas tabú como el sexo por ejemplo…..

Los gritos de aviso de los bichos, sorprendieron la tertulia de los grandes, todos apresurados venían a contarle a Pichota y los demás un extraordinario evento, era tal la ansiedad y excitación que todos nos pusimos atentos ante gran algarabía, viéndonos entre nosotros, al fin de que se calmaron, Foncho nos dijo a todos que : por el extremo sur oriente del parque, cerca de árbol de Conacaste, había llegado una mujer y que se tambaleaba, hablando con voz pegajosa e incomprensible.

Los que estábamos cerca de la fuente en el centro del parque caminamos rápido a ver que era o quien era esa visita inesperada y nocturna.

A contraluz me pareció ver una pequeña figura femenina, sobresalía una minifalda obscura y una gargantía o collar negro del cual colgaba un eje de fantasía muy de moda en aquel  entonces.
Se trataba de una joven como de 18 o 20 años, realmente tenía 17, que medio borracha hablaba incoherencias. De su  rostro sobresalían sus labios amplios y carnosos, lo que le daba un aire sensual, (tipo brigitte bardot) el pelo le caía sobre sus hombros, ojos grandes y almendrados.

Su nombre era Mila, no se sabe si por Milagro o por Emilia.

Mila ejercía el oficio más antiguo en la esquina de la calle celis y 18 avenida norte.
Su historia como de muchas, víctima de la trata de blancas, muy antigua profesión, productos de cientos y cientos de contactos malévolos, delincuenciales, crueles.

Ella era resultado de ese mundo injusto, obscuro;  había estado en un hospicio y orfanato desde bebé, no conoció ni madre ni padre, su singular belleza y las circunstancias la habían llevado a la cúspide de los lupanares de la clase pobre de la capital, cuyo ombligo era la Calle Celis, ejercia su oficio, muy profesional y eficiente, en una zona estratégica.

Esa noche y otras más que siguieron, los cipotes experimentaron sus primeras experiencias sexuales, pues ella de vez en cuando se pasaba de cerveza y caminaba sin rumbo fijo hasta que hizo del parque su lugar de descanso, pues los bichos la molestaban inocentemente, la trastiaban, ella les enseñaba a besar y  ellos podía tener una muñeca en vivo y a todo gato-color,  para tocarle las chiches, las nalgas y los genitales peludos y parece, digo parece que alguno de esos perdió su virginidad entre las piernas de la Mila.

Los cipotes se gritaban jodiéndose "te cogió la mila", " A vos te beso la mila", etc.

Ahora si te gritaban "te pisó el viejo chon por un trompo zumbador", esa es otra historia. 

Por otra parte, los grandes casi adultos, entre 17 y 19 años:  por el trabajo del obrero que algunos  ejercíamos o las mesadas que les daban los tatas a los que estudiaban no permitían participar mucho en la compra- venta de sexo, y la señorita palma era nuestra novia fiel y casi permanente, de allí hay que sumarle, la timidez propia de una educación llena de tabús, el machismo, el atraso institucional, el miedo a las enfermedades venéreas, etc.

 De allí que,  nuestra juventud se tropezara a cada momento con traumas, prejuicios y todo tipo de conducta hipócrita, que habíamos visto y sufrido durante nuestro desarrollo, sometidos a la pobreza e ignorancia.

Los 70’s eran tiempos de cambio en el mundo, sin embargo en El Salvador, éramos muy atrasados, había prejuicio con los condones, la homosexualidad, y nuestra sexualidad era conservadora, no era frecuente la  mención de sexo duro, anal, oral, orgías, etc. Ahora tan comunes en las redes y las conexiones porno. Aquella época era  victoriana a ese respecto.

Las trabajadoras del sexo, eran llamadas putas, y ejercían su profesión, por lo menos en la avenida, calle celis y aledañas, la 24 ave. Norte en forma muy, muy puritana, el servicio se limitaba a una penetración vaginal, llegar al mandado y no al retozo. 

Las mujeres bien ataviadas y con maquillaje en exceso se mostraban complacientes a los clientes, unos les llamaban las leonas porque pasaban encerradas, una verja de metal, una cama, una cortina, un huacal, era el mobiliario de la oficina de servicios sexuales, tambien era muy característico el olor, a ruda con saumerios, dizque para llamar a la clientela. 

Por la mañanas las muchachas o leonas o putas tiraban a la calle unas aguas mágicas y benditas que presagiaban una jornada movida y pistuda.

Yo visité a la mila en varias ocasiones, algunas veces solo otras con Calín Peligro, y recibía un trato preferencial que me cautivó. Tanto que pensé que me había enamorado.

Ella por su parte me atendía muy complaciente, paciente, amigable, comprensiva, creo que le gustaba, pero no tanto como su marido oficial.

Un hijo de la gran puta, que la golpeaba, al que mantenía.

Yo lo odiaba, el cabrón pasaba jugando billar en un local casi enfrente de la esquina donde Mila trabajaba, era un vago.

El aspecto era muy típico del chivo, bien arreglado, alto, seco, fumador, algo parecido, muy seguro y cruel con la Muchacha, seguramente en la intimidad la trataba como a ella le gustaba.

En alguna ocasión intercambiamos miradas pues esa vez estaba yo dentro de su cuarto cuando llego a exigirle pisto para seguir en el billar, dos pesos que era lo que cobraba por el rato. 

Una vez que la visité la encontré toda morada de la cara, el tipo la había golpeado porque el día había estado malo y no le había dado suficiente dinero.

No sé si él andaba en droga, lo hubiera sabido si con la mota, parece que no, era simplemente un vividor, tenía talle de ladronzuelo. Yo además de celos, lo quería matar por la forma como trataba a la joven y quizás por eso se le escapaba al parque.

El chivo ejerce un control psicológico con su víctima y entre el amor y el terror se arma una relación enfermiza que camina y termina mal.

Y así entre rato y rato, entre tiempo y tiempo, "el tiempo todo lo cura", la perdí de vista.

Luego cambié de barrio, el tiempo pasó y no supe más de aquella señorita bonita, con la voz sensual y que me recordaba a Brigitte Bardot, además que me hacia el torito y la candelita chorriada.

¿Qué habrá sido de la Milla?

¿en qué caminos andará o anduvo?

¿Estará finada, viva, habrá tenido familia, como estará vieja, enferma, sifilítica, con sida??

¿Dónde quiera que estés Mila, que Dios te bendiga?


A ver si algún puro parque tiene más anécdotas o historias de la Mila.

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