jueves, 17 de agosto de 2017

San Miguel, ENERO 1971


El clima ERA y es de lo más terrible, San Miguel, llamada por algún baboso, “La Perla de Oriente”,  se caracteriza por sus altas temperaturas.  El sol aparece al oriente bien temprano y el muy laborioso se esconde casi siempre después de las seis de tarde.

La ciudad era  ( aún hoy)  muy bonita, sus estrechas calles, todavían separan casas de adobe, (tierra con maleza seca), y sus puertas de madera, redondeadas son lo más hermoso de la ciudad, casas con grandes patios, llamados "huatales", con su frescura compensan el clima caliente de la calle.

Estas críticas a San Miguel, aún hoy, no son bien vistas, por la comunidad de garrobos, iguanas y lagartijas, descendientes de los dinosaurios,  que por su sangre fría, disfrutan del hermano sol, el Helios ardiente que con su calidez impregna la  arenosa y arcillosa superficie del terreno migueleño,, brindando a estos reptiles el calor que tanto necesitan.


En aquella  época los años 70, era muy frecuente encontrarse con algún garrobo en la calle, a la orilla de las quebradas, incluso en los techos de algunas casas de todo el pueblo.  Así tambien, varias especies de lagartijas eran como los vecinos permanentes  y cotidianos de cualquier casa migueleña.

La vida normal y castrense en la Tercera Brigada de Infantería era sacudida  cada cuatro meses, porque aparecían unos especímenes de humanos, de lo más extraordinario y simpáticos, unos descalzos, otros con ropas desgarradas,  descamisados, otros encaitados, despeinados, algunos con las marcas de los lazos con los que los capturaban, todos, todos, jóvenes, algunos citados por los comandantes locales del departamento cuando cumplían los 18 años, otros cazados y amarrados como animales y los más pendejos presentados voluntariamente por algún desprecio amoroso, sed de aventuras y los más mas pendejos por gusto, y los pendejos expertos se presentaban porque habían interiorizados la canción de Daniel Santos “vengo a decirle a dios a los muchachos, porque pronto me voy para la guerra” y los pendejos nivel dios, los que se presentaban inspirados en la canción que cantaba Luis López y los supersónicos “era un muchacho como yo quería se bitle o roling ston y que lo “llaman al Vietnam  y debe ir allá…, ratatata, tata, ratatata.”

Todos ellos eran presentados y exhibidos en el patio general de la Brigada para prestar el servicio militar (en aquella época) obligatorio, que duraría 18 meses y en el cual iban a aprender, participar y sufrir los detalles de la vida militar, hasta convertirlos en ciudadanos dispuestos a defender su patria “AUN A COSTA DE SU VIDA”.

Es obvio y lógico pensar que este contingente y al ser la zona oriental del país de aquel tiempo eminentemente agrícola, atrasada y aislada de la metrópoli, todos o la mayoría de estos muchachos eran campesinos, muchos analfabetos y poco disciplinados y en asuntos militares completamente ignorantes.

No dejaba de ser divertido ver ese arcoíris de jóvenes, de todos colores y sabores. Desde el negro color azabache, producto de mezclas de afro descendientes con indios o con blancos, unos como flautas de largos, así como los gordos mantecosos, otros enanitos, hasta los blancos rubios, ojos verdes generalmente originarios del norte de departamento de San Miguel y Morazán, algunos asustados, tímidos, otros llorando y con cara de aflicción, pues ninguno sabía lo que les espera,l la separación forzada de su entorno y ambiente presagiaba y provocaba temores infundados y reales. .

Los más antiguos, es decir los soldados y demás tropa, se deleitaban con la idea que pronto se desquitarían los sufrimientos y penurias que ellos mismos habían padecido cuando llegaron tiempo atrás. La antigüedad constituye el pilar de la disciplina en el ejército, además del grado militar. En los cuarteles de esa época, la antigüedad se llevaba a extremos risibles y simpáticos, por ejemplo, si el recluta había entrado un minuto antes que otro semejante, éste le imponía órdenes al segundo, y así consecuentemente.

A los reclutas se les sometía a todo tipo de castigos, algunos humillantes a fin de cercenar todo dejo de personalidad, egocentrismo y toda clase de individualismo y suplantar en su personalidad la disciplina rigurosa de la vida militar, en donde el individuo es tratado como cosa, parte de una maquinaria militar.

Estos países atrasados y sub desarrollados enmarcan de manera salvaje estas costumbres ancestrales de los ejércitos, aplicando mucha violencia y humillaciones.

Unos actos muy poco protocolarios y formales, determinaban a que unidad militar dentro del batallón iban a ser ubicados, los instructores oficiales y clases, preguntaban a los más de 150  jóvenes acerca de los niveles de escolaridad, observando su contextura física, altura, capacidad de aguante físico, etc. Y los iban apartando pues de allí en adelante su nueva casa, jefes, amigos y compañeros de alegrías y penurias iban a ser los que compartían su unidad, en este caso su compañía militar. Una especie de selección Darwiniana rústica, pero muy efectiva.

Así, los más estudiados y aparentemente abusados (listos) después de ese somero y rápido examen pasaban a la compañía de Armas de apoyo- en el entendido que necesitarían algún conocimiento matemático para manejar los morteros de artillería 120Mm. , en ese orden luego a la tercera compañía de fusileros o infantería, los siguientes a la primera y luego a la segunda. Los que aparentaban menos inteligencia o habilidades eran ubicados en la compañía de mando y servicios, los cuales después del rigoroso, cruel y sufrido curso de reclutas pasarían a ocupar las plazas administrativas, que se limitaban a ayudantes de cocina, corraleros, casineros (ayudantes en el casino de oficiales), meseros del mismo, etc.  

Donde con suerte terminarían su servicio militar bien “maiciados”, pues esas labores permiten comer y descansar abundantemente.

Algunos de los jóvenes que no resistían el riguroso curso de instrucción de reclutas, el cual era verdaderamente agotador, es decir aquellos que se quedaban en los ejercicios  cansados al máximo, al borde del colapso, eran trasladados a la compañía de mando, donde terminaban su servicio cómodamente.

 La vida militar de esa época era muy dura, se había heredado parte de la tradición prusiana a través de instructores chilenos y estaba ya bastante influenciada por la filosofía del ejército gringo, que por esos tiempos libraba sus batallas en el sudeste asiático, peleando contra el vietcong , en una guerra no convencional, pues la guerra de guerrillas, requiere de otras tácticas y estrategias castrenses;  adicionalmente el ejército nacional había experimentado recientemente una restructuración a partir del conflicto con la hermana República de Hondura en la mal llamada “guerra del fútbol”.

Había o estaba pasando de un grupo de chafarotes holgazanes a un ejército más organizado y  profesional.  Es obvio que la historia todavía no se escribía.

El Salvador había  desechado los antiguos fusiles Máuser, Checo y Garant y ahora se usaba el fusil G3 de origen alemán, cal. 7.62 x 51 NATO, era el arma de equipo de la infantería, con tiro efectivo de 400 metros, tiro a ráfaga o tiro a tiro, una verdadera joya militar. 
Es lógico pensar, que esa maravilla de arma, aplicaba perfectamente para personas con tallas promedio como la Alemana y que en nuestro terruño, reconocido por la baja estatura y desnutrición ancestral de sus habitantes, dicho almatroste resultaba en una tortura su portación, manejo, disparo, etc.  

No obstante, resultó muy efectiva y definitiva para el conflicto contra Honduras e iba resultar muy conveniente para “cachimbiar estudiantes”, en manos de la Benemérita Guardia Nacional.  

Continuará…………..



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AQUEL CHELITO CAREVIEJITA

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