Mi mamá se vino a la capital
después del terremoto de Chinameca y jucuapa allá por
los 50's era oriunda del oriente del país, y junto a su mamá
y hermanas se habían radicado en Santiago de Marìa,
pueblo al que ibamos con ella religiosamente las navidades, semana
santa y fiestas de agosto, siempre me llevaba y cada ocasión
quedó guardada en mi memoria, pues era un cambio radical de
ambiente, las zonas urbanas son muy diferentes a los pueblos.
Allí supe y conocì a mi tío
chepe, conocido en su pueblo natal como “el gallo ronco”, el
último hijo de mi abuelita Soledad y el único varòn.
Mi tío chepe creció entre hembras y fue consentido en
extremo, supe por unas fotos colgadas en las paredes en donde
aparecia con una ametralladora, que había estado en el cuartel
de La uniòn y después hèroe en la policía de hacienda,
durante la guerra de las 100 horas.
Mi tío era muy alegre, cuando yo
era pequeño y llegaba al pueblo siempre me recibía
contento y siempre andaba inquieto, entraba y salía de la
casa, casa de bahareque, con sus horcones, su hornilla y el olor a leña quemada, en donde vivían todas las hermanas y
mi abuelita, junto con la mujer de mi tío y sus hijas.
El era muy reconocido en el pueblo como
dicharachero, jodiòn, algo malandrincito y muy camarada, de
esos que comparten penas y alegrias afin de aligerar la carga de la
vida de limitaciones y pobreza.
Anduvo como muchos provincianos
venidos a la capital y con pocos estudios realizando cualquier tipo
de trabajo con magros resultados. Siempre esperando el loteriyazo
para agarrarla al suave y hacer lo màs gustado, “estar en la
esquina del parque contando chistes, mofandose de otros, poniendo
apodos, cuentiando a las cipotas y rascandose los coyoles”.
Cuando pasa esta historia habìa
estudiado para àrbitro de futbol y se habia acompañado
por segunda o tercera vez, criando unos cipotes, siendo ya èl
mayor, vivia en una zona marginal cerca del Estado mayor, calle a
Santa Tecla al occidente de la capital.
Era zarco, ojos amarillos, piel blanca
y pelo canche, o castaño, como muchos de los Machuca de San
Buena Ventura, de estatura mediana y complexión delgada. Muy
dado a la broma ligera, simpático y jodedor, nunca le vi
enojado, excepto cuando durante una semana santa, se iba a batir a
machetazos con algún borracho (lo cual era muy frecuente para
esas fiestas) y todas las mujeres de la casa se le prendían
llorosas y afligidas, para que no saliera de la casa con su machete
ensogado a su muñeca, lo cómico que de alguna manera,
en medio de los jalones y lloriqueo de las mujeres, se logró
soltar y quedó libre para ir a darse con su corvo, y al
quedarse solo, volteaba a ver y con la mirada pedía que lo
agarraran de nuevo y asì gritarle al otro a travès de
la puerta (ni maje que afuera!) que no lo iba a machetiar porque las
mujeres que incluía a su mamita, hermanas, mujer e hijas, no
lo dejaban salir, porque si no.... quien sabe... bueno, cuesta
explicar escribiendo la escena, digna de carcajearse.
El caso no paso
a màs, pues el boracho pendenciero se aburriò de
esperar a su contrincante que cansado de safarse de las mujeres
prefiriò no salir.
Así era mi tío, robaba
gallinas, y presto a negocios peleados con la honradez, sin llegar a
la delincuencia judicial, visitante asiduo del billar del pueblo y
chivo de las cinco putas del mismo, la agarraba calmado, pero buen
amigo y si te podía bajar te bajaba, siempre era perdonado,
porque era bien simpático, eso sì sin vicios.
Contaban que cuando estuvo en la
policia de hacienda, lo ponían a vigilar un carro que pasaba
con un contrabando, la posta la hacia en el parque centenario, de
alguna manera había arreglado que a la hora que pasaban los
delincuentes, él se les escondía y se iba a beber cafè al mesòn donde vivia su hermana, es decir mi mamà, para que no lo vieran
y poder hacer su trance. Eso le costó la baja deshonrosa la
primera vez de ese cuerpo policial.
Despuès de algun tiempo fuè
perdonado y logró entrar de nuevo al cuerpo policial y en un
exceso de aplicación de la ley, en una ocasión con su
pareja de patrullaje, agarraron a un joven borracho y pendenciero. A
éste pobre lo molieron a culatazos, amarrado se lo llevaron al
coronel de guardia, con tal mala suerte que el joven resultò
hijo del coronel. Dicen que hasta enfrente del oficial le pegaron de
patadas, - ¿mire mi coronel, este hijueputilla se la lleva de
machito!!---sin saber que era familiar del viejo.
Adiós!! de
nuevo de la milicia.
El conflicto con Honduras y el llamado
de la Reserva del ejercito, presentò de nuevo la oportunidad
de incorporarse y asì tuve conocimiento que estuvo en el
frente de Nacaome, peleando la corta guerra de las 100 horas,
recuerdo que a su regreso ademàs de presentar una flacidez de
cadaver viviente, tenia todo el cuerpo lleno de picadas de zancudo;
las historias de la guerra que contaba fueron memorables pues
incluian la vasta y productiva imaginaciòn del tio chepe, para deleite de todos los cipotes.
Durante el conflico civil de nuestro
paìs, parece que estuvo en los servicios especiales del S2 de
la policia de hacienda, nunca supe exactamente sus funciones pero
creo que eran tenebrosas.
Un par de veces que platicamos, habia
cambiado su forma optimista y risueña por una actitud y
argumentos de la guerra de containsurgencia y la guerra sucia que
conlleva y que se realiza desde los servicios de inteligencia dentro
de los recintos de los cuerpos represivos, mal llamados de seguridad.
Sin embargo, el tio era fantàstico,
y la ùltima pasada que compartimos, fuè en el pueblo,
para la muerte de su mamà es decir, mi abuelita, alli estaba
el tio chepe, como el varòn de la familia, usaba una chumpa
negra, tipo judicial, sombrerito y todo y ademàs portaba una
pistola nueve milimetros que escondìa con algun recelo pero
que se aseguraba que todos vieran que la portaba.
Pues como es costumbre, se realizò
la velaciòn y el cortejo funebre, èste, iniciaba en la
casa de la difunta y se caminaba hasta el cementerio, asì
todas las mujeres lloraban la muerte de Soledad, que incluia hijas,
nietas, bisnietas y asi mismo varones con el mismo grado de
consanguinidad, ademàs todos las amigas y amigos acompañaban
a los deudos.
La situaciòn se puso
interesante cuando se llegò a la fosa y se colocò el
ataud en el fondo y los sepultureros empezaron a palear la tierra,
allì comenzò la acciòn de algunas hijas del tiò
de quererse tirar al hoyo en medio de gritos y alaridos, y otro grupo
de mujeres impidiendo tan arriesgado y dolorosa acciòn, en
medio de la gran bulla y lloriqueos, màs bien, alaridos de
todos y todas, el tiò chepe, se me acercò y muy serio y
parco me dijo :- tenèmela, dàndome en el acto, la
pistola que portaba.
Lo siguiente fuè lo impactante,
còmico, de pelicula o como se quiera llamar: viene el tiò
y se lanza al hoyo gritando y llorando por la abuelita, de una manera
escandalosa, armandose la grande pues las mujeres se le prendian y èl
las empujaba abriendose paso para tirarse y “morir” en medio de alaridos de dolor con su mamà,
despues de varios minutos y que los sepultureros terminaron de llenar
con tierra la tumba,todo volviò a la calma....
Luego el tìo
me ubico entre la gente y me pidiò el cuete, muy parco y
sereno a lo cual accedì de inmediato, completamente anonadado
por lo que acababa de pasar.
Bueno asì eran las cosas...
A los pocos años, el tiò
supo que yo estaba trabajando y me propuso un negocio, el de comprar
una moto, que recien habia adquirido.
Pensando en que podia ganarme la vida como cobrador decidì
invertir mis ahorros de dos cientos colones ($24.oo)para enfrentar el reto de
hacerme motocilista.....sin pensar en el huevo que me habia metido....
No deje de leer la proxima historia : "La moto"
.
2 comentarios:
Interesante, escribiste esta historia justo el dia que se conmemoran 35 anos de la muerte de mi abuela, es decir de tu otra abuela.
Seguire esperando con gran avidez la segunda parte.
Great!
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