martes, 23 de octubre de 2007

DUELO NACIONAL

El drama de la migración
José M. Tojeira

Las noticias siguen recordándonos ese drama terrible de la migración, exitoso para muchos, pero duro y amargo para los que fracasan. Se calcula que son 22 los salvadoreños ahogados en México al intentar pasar por mar la frontera hacia Estados Unidos. Hace un poco más de un año la misma noticia, con origen en el mismo puerto de Guatemala, con casi el mismo número de víctimas fatales, nunca encontradas. Como que nada hubiera cambiado. Las responsabilidades que se pueden establecer son mínimas. Indemnizaciones, compensaciones, ni hablar de ello. Víctimas de un sueño, nuestros emigrantes pasan al fracaso como si sus buenas intenciones, sus esperanzas y su deseo de ser alguien y ayudar a su familia no hubiera servido para nada.En El Salvador alabamos a los que triunfan, a los que envían remesas. Les dedicamos un monumento a los ¿hermanos lejanos? porque gracias a ellos se mantiene nuestra maltrecha, débil e injusta economía. Pero las víctimas que no esperen nada. O muy poco a cambio de su sacrificio. Es un estilo cultural patente. Cuando hace años una serie de organizaciones de la sociedad civil decidió hacer un muro de la memoria (muro hoy situado en el parque Cuscatlán) en honor a las víctimas civiles de la guerra, los partidos políticos desde sus cúpulas se interesaron poco en el tema. A los muertos no involucrados en la guerra se les podía sacar poco jugo. Triste política la que condena a los inocentes, fracasados de la historia, por buenos que sean, a ser simplemente escoria, al menos según los baremos de los cultivadores del éxito y el triunfo.Sin embargo, estos salvadoreños sepultados en el mar del olvido, además de en medio de las olas, tienen mucho que decirnos. Ciertamente hay que agradecer a los medios de comunicación porque nos recuerdan a los desaparecidos que salieron de Puerto Ocós el año pasado, al tiempo que nos cuentan la nueva noticia de quienes salieron hacia el mismo Estados Unidos desde el mencionado puerto.Estos salvadoreños son por un lado expresión de los valores salvadoreños de emprendedurismo, fuerza para la aventura, afán de mejorar y de ayudar a sus familias, bondad y generosidad. En El Salvador ha habido tanta muerte intentando mejorar situaciones personales y nacionales que tendemos a recordar solamente a los vivos, a los triunfadores. En el caso de los emigrantes, a quienes envían remesas o van adquiriendo representación política, dinero o fama fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, quienes han muerto reflejan en muchos aspectos lo mejor de los dinamismos humanos: Capacidad de dar la vida por un ideal, un sueño, una esperanza.Pero por otro lado, estas víctimas inocentes nos recuerdan también la propia tragedia del país. Para muchos de nuestros hermanos, de nuestros connacionales, de nuestra gente, el futuro sólo se vislumbra como promisorio fuera de nuestras fronteras. No hay esperanza, no hay oportunidades, no hay futuro en nuestra tierra. No quieren pasar toda la vida ganando el salario mínimo del campo; ese salario vergonzoso de menos de cien dólares al mes, para terminar después su vida en una vejez sin pensión. No quieren cruzar las calles oscuras al volver de su empleo temiendo asaltos y violencia.No desean montar en buses viejos, en los que es fácil morir tanto por el mal estado de los mismos como por los asaltos y balaceras que con cierta frecuencia se producen dentro de ellos.Migrar no es malo. Es natural en el ser humano, y todos, si caminamos hacia atrás en nuestra historia, somos hijos de migrantes. Pero verse obligados a emigrar porque no hay trabajo digno, porque prácticamente el cincuenta por ciento de la población económicamente activa encuentra posibilidades de trabajo solamente en la economía informal, no tiene otro nombre que el de pecado social. Algo falla profundamente en nuestra sociedad cuando con tanta frecuencia y facilidad expulsamos, por la razón que sea, salvadoreños de nuestras tierras. Los coyotes se alimentan y enriquecen con el dolor ajeno y, en ese sentido deben ser perseguidos y penados legalmente, más allá de la ilegalidad de sus actos y aunque la gente les agradezca el favor de enviarlos hacia el norte.Pero qué decir de quienes pasamos indiferentes ante el drama de la migración, de quienes no nos preocupamos por abrir oportunidades con mayor urgencia y velocidad en el país, de quienes nos alegramos con las remesas pero olvidamos a quienes se pudren en las cárceles, mueren y quedan minusválidos en el camino o desaparecen en el mar.La migración no nos presenta el drama sólo de los migrantes sino la tragedia de este nuestro país, El Salvador, que hasta ahora ha sido incapaz e ir creando unas estructuras sociales medianamente justas, que ofrezcan salarios dignos, servicios sociales igualitarios y eficientes, oportunidades semejantes para todos. La muerte de muchos nos conmueve pero no nos mueve. Los vemos morir cada cierto tiempo en buses chatarra, gritamos diciendo que esto no puede ser, pero al final perdonamos las multas y alargamos los plazos a los buseros. Al fin y al cabo, parece como si dijéramos; negocio es negocio, y los muertos son simplemente mala suerte. Los vemos fracasando en sus viajes hacia Estados Unidos, pero nos conformamos pensando que son más los que llegan vivos, y que al final enviarán dinero y mantendrán a flote esta economía egoísta y enferma en la que vivimos, y ante la que hacemos con frecuencia el ojo pacho porque no nos atrevemos a cambiarla. Pero la migración no genera sólo remesas. Es también desintegración familiar, maras, coyotes que prestan sus vías al narcotráfico, muerte de salvadoreños dignos y buenos, idealistas y emprendedores. Es tiempo que pensemos en que las remesas se empiecen a utilizar para abrir y mejorar oportunidades, para financiar reformas de estas estructuras obsoletas que tenemos en el campo de la salud, seguridad social y pensiones, para invertir y reinvertir en fuentes de empleo decente, como le llama la OIT. Se lo debemos a estos seres inocentes y buenos que dejaron su vida en el intento, se lo debemos a quienes triunfaron en el exterior y ayudan hoy a sus familias, se lo debemos a los pobres de nuestro país, que son los que masivamente han emigrado, los que han dejado más heridas y muerte en el camino, y los que ahora nos mantienen, con una inversión directa en el país muy superior a la inversión de quienes tienen dinero y poder entre nosotros.


DRAMA DE ESPERANZA Y MUERTE

Roberto Turcios/Columnista de LA PRENSA GRÁFICA


Decenas de miles alcanzaron su meta atravesando el desierto, los ríos o el mar. Otros encontraron la muerte por la misma ruta. Aunque sean muchos los itinerarios, el destino deseado es uno: pasar por la frontera sin autorización legal y trabajar en los Estados Unidos. Y lo que son las cosas en este tiempo: por esa vía mueren en un año más personas que todas las víctimas mortales del muro de Berlín.
Aquel muro, un símbolo de las disputas políticas durante la Guerra Fría, recibió muchos nombres, uno de ellos aludía a la vergüenza de su construcción para impedir que la gente atravesara la frontera. Duró 28 años impidiendo el encuentro de los alemanes; en ese tiempo hubo, según los historiadores Bern Eisenfeld y Roger Engelmann, 240 víctimas mortales y 75 mil encarcelados por el intento de traspasarlo. Según ese recuento, 2 mil 500 personas atravesaron de manera ilegal aquella frontera político-ideológica del siglo pasado.
Cayó el muro de Berlín, en 1989, cuando cambiaban los tiempos políticos y sus fronteras. Entonces se impuso otro ritmo económico en el planeta y crecieron los enfoques represivos sobre las fronteras. Donde más se aplican estos enfoques es en la que tiene mayor movimiento en el mundo, la que separa a México y Estados Unidos. Allí queda un número asombroso de cadáveres. 2007 será “el año negro de los migrantes”, advirtió Edmundo Ramírez, quien es miembro de la comisión de fronteras de la Cámara de Diputados de México. Solo en el primer semestre de este año había un saldo de 275 mexicanos muertos en el intento de pasar la frontera. Entre 1995 y 2004 fueron encontrados 2 mil 978 cuerpos sin vida de indocumentados en territorio estadounidense, según Wayne Cornelius.
La travesía de la gente salvadoreña es dura, porque debe pasar por tres zonas fronterizas. Cada una de ellas tiene sus propias dificultades; tal vez la menos complicada es la de Guatemala. En cambio, la de México es dificilísima; unos 100 centroamericanos mueren cada año en el intento de cruzarla. Por eso, mujeres y hombres no dudaron en aceptar la embarcación que llevaría a 26 personas, por mar, el pasado martes 16, de Guatemala a Oaxaca, en México. Y la travesía de la esperanza resultó de muerte. Unas horas después de embarcarse, esa misma noche, vivieron la tragedia. Nadie les advirtió sobre el mal tiempo; o tal vez sí lo hizo alguien, pero decidieron jugarse la carta de la travesía. Para llegar al destino, en el que se basa la esperanza de cambiar las condiciones de la vida cotidiana, hay que jugárselas; en el desierto o en el mar no queda más que ponerse la camiseta de la audacia y vivir con ella un asunto de esperanza o muerte.
Ya va llegando la hora en que la política asuma estos asuntos. Con creatividad, audacia e inteligencia se podrían crear propuestas importantes, para presentarlas al país y a los Estados Unidos. Una imprescindible podría referirse al financiamiento del desarrollo empresarial, basado en las iniciativas de los productores pequeños y medianos. Esa sería una vía de esperanza; no sería fácil concretarla, pues requeriría genuinos compromisos gubernamentales con los pequeños productores, pero ofrecería una ruta diferente, sin tantas angustias y muertes como las de ahora

AHÍ ESTA LA TRAGEDIA, TRAGEDIA COTIDIANA DEL AMOR Y DE LA MUERTE, LOS PARQUES LLENOS DE JOVENES BESANDOSE, LAS MUJERES EMBARAZADAS,, LAS MUCHACHAS NICARAGUENSES SIRVIENDO DE DOMESTICAS, LOS CULEROS( EN EL SALVADOR HAY Q SER MUY MACHO PARA SER CULERO), LOS TRANSVESTIS, LOS QUE VAN A LOS MOLL SOLO A VER, LOS MICROBUSEROS VERDADEROS ENERGUMENOS VIVIENTES, LOS MENOS LOS BUSEROS, LOS MENOS LOS TAXISTAS, LOS Q TIENEN TOPADAS LAS PLASTICAS, LOS QUE ESTAN EN LA COLAS DE ANDA Y DEL SUR Y CAESS CON EL SEGUNDO MES, LOS QUE LES QUITARON LA LUZ Y ESTAN SOCANDO POR Q NO LES QUITEN EL AGUA, LA SECRETARIA Q AL FINAL SE DIO CON EL JEFE, LA GONDOLERA DEL SUPER Q PARA HACER ESPACIO TIENE Q ACOSTARSE CON EL SUPERVISOR, LA MUCHACHA Q PREFIERE ESTAR POR EL PARQUE INFANTIL EN VEZ Q LA ESTE SODOMIZANDO CON EL COREANO EN SAN MARCOS, EL MARIDO AGENTE DE SEGURIDAD Q LE PAGAN UNA MIERDA Y SE HACE EL LOCO CUANDO SU MUJER LLEGA TARDE Y CON OLOR A JABON OLE.

Estamos ante una verdadera crisis pero de los dos artìculos hay q saber diferenciar uno expone la realidad cruda, cruel, vivida, emblematica y la otra propone y alli esta el quid hay q proponer, proponer, proponer, como decia la putita q llevaron de un canton de la union y q habia mas de dos cuadras de soldaditos de la tercera esperando denme aunque sea una almohada

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